Por eso en este editorial nos pareció oportuno destacar el enorme gesto que tuvo el FC Barcelona de España, cuando decidió que sus jugadores disputaran semanas atrás la Copa Joan Gamper con una camiseta que mostraba los nombres y números con el diseño de Anne Vives, una joven con síndrome de Down que trabaja para mejorar la calidad de vida de quienes tienen discapacidad. Fue un acontecimiento que conmovió y que recorrió el planeta entero a través de las señales deportivas de los medios de comunicación, que resaltaron ese mensaje por la inclusión.
La acción del “Barsa” no es aislada. Se trata, más bien, de una política de Responsabilidad Social que el Club asumió desde 1994. Y que tiene las siguientes premisas para mejorar la calidad de vida de la comunidad de Catalunya: la utilización del deporte como eje vertebrador; el fomento de la educación y los valores positivos del deporte; y la infancia y la juventud, como beneficiarios objetivos. Y más: como puede leerse en la Página Oficial del Club, “a partir del 2006, el FC Barcelona se adhiere a los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas y cede el 0,7% de los ingresos ordinarios del Club a la Fundación para la realización de proyectos. Desde el 2010, los jugadores y técnicos de las secciones profesionales del Club ceden también a la Fundación el 0,5% de sus salarios”.
La Fundación Barcelona , en su memoria 2011/2012 que lleva el título “Quien tiene valores gana”, indica que con sus programas alcanzó a más de 300 mil beneficiarios –si bien la mayoría son de Catalunya, también los hay de comunidades de diferentes países-. La satisfacción por la labor desarrollada es tal, que el Presidente del Club, Sandro Rosell i Felliu, expresa en la presentación que “este compromiso con los demás y con el país no es una competición y sus éxitos no se contabilizan por títulos”.
Está claro. El FC Barcelona es mucho más que Messi y sus títulos. Es un lindo ejemplo a imitar por quienes tienen poder de influencia para que muchos puedan vivir mejor.