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Aapresid explica cómo aumentar la captura de carbono en suelos agrícolas y mejorar los rendimientos con 4 prácticas clave

Implementar prácticas como la Siembra Directa, la inclusión de gramíneas en la rotación, los cultivos de servicios y una fertilización adecuada puede transformar los suelos en sumideros de carbono, favoreciendo tanto la salud del suelo como la productividad de los cultivos

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El carbono es un elemento esencial no solo para combatir el cambio climático, sino también para garantizar suelos más saludables y productivos. La materia orgánica del suelo está compuesta en gran parte por carbono, y su aumento tiene un doble beneficio: contribuye a reducir el CO2 atmosférico y mejora la fertilidad del suelo.

Según Florencia Moresco, coordinadora de la Red de Carbono de Aapresid, investigaciones realizadas en Argentina han demostrado que por cada 1% de aumento en la materia orgánica (MO) del suelo, los rendimientos de maíz pueden aumentar hasta 12 quintales por hectárea (qq/ha), y en soja, en la región centro de Santa Fe, los incrementos oscilan entre 3,3 y 4,3 qq/ha.

En este contexto, Moresco resalta que hay cuatro prácticas clave al alcance del productor que pueden incrementar la captura de carbono en el suelo, mejorando tanto la salud del ecosistema como la productividad de los cultivos.

1. Siembra Directa (SD):
La primera práctica recomendada es la Siembra Directa, que favorece la formación de agregados biológicos estables y reduce la oxidación de la materia orgánica. Su implementación continua permite incrementos de carbono orgánico del suelo (COS) de entre 0,3 y 1 tonelada por hectárea al año en los primeros 20 cm del perfil del suelo. Moresco advierte que las labranzas ocasionales interrumpen este ciclo y pueden revertir los beneficios obtenidos durante décadas.

2. Inclusión de Gramíneas en la Rotación:
La incorporación de gramíneas en la rotación de cultivos también juega un papel fundamental. Menos del 35% de los planteos agrícolas actuales incluyen al menos un 50% de gramíneas, proporción recomendada para ciclos de tres años. Las investigaciones indican que aumentar la participación de gramíneas puede incrementar el stock de carbono del suelo en un 61%. No obstante, Moresco enfatiza que las gramíneas deben estar correctamente balanceadas con otras especies, como las leguminosas, para evitar la competencia por nutrientes, especialmente nitrógeno.

3. Cultivos de Servicios (CS):
Los cultivos de servicios son otra herramienta efectiva para incrementar el carbono en el suelo. Además de aportar carbono directo mediante su biomasa, mejoran la estructura del suelo, su aireación, infiltración de agua y la fijación de nitrógeno atmosférico. Un estudio del INTA en Marcos Juárez reveló que mezclas de vicia y centeno aportaron hasta 1,7 toneladas de carbono por hectárea. Sin embargo, la adopción de los cultivos de servicios ha sido lenta, debido a factores como falta de conocimiento local y temor a la competencia por agua con cultivos de renta.

4. Fertilización Balanceada:
La cuarta práctica clave es la fertilización balanceada y ajustada a las necesidades específicas de cada ambiente agrícola. Una nutrición adecuada no solo alimenta al cultivo, sino también al suelo, favoreciendo la regeneración del ecosistema. Según los estudios, una estrategia de fertilización bien diseñada puede incrementar hasta un 30% el carbono del suelo.

Con el objetivo de promover estas prácticas y ayudar a los productores a secuestrar más carbono, la Red de Carbono de Aapresid ha lanzado la publicación “Regenerando suelos: 4 claves para secuestrar carbono”. Este informe reúne conocimientos técnicos, experiencias de productores y resultados de investigación que demuestran cómo las prácticas regenerativas pueden transformar los sistemas agrícolas en sumideros de carbono, al mismo tiempo que mejoran los rendimientos.

Estas cuatro prácticas son fundamentales para revertir el cambio climático y optimizar la productividad agrícola, demostrando que la sostenibilidad y la rentabilidad pueden ir de la mano.

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