Santa Rosa de Lima, patrona de América Latina, se celebra el 30 de agosto, fecha en la que usualmente suelen producirse tormentas intensas y un incremento en los vientos, marcando el final del invierno y anticipando la llegada de la primavera. Sin embargo, este fenómeno no tiene una fecha exacta, por lo que puede ocurrir en un período de unos cinco días antes o después de esa fecha.
El mito de Santa Rosa se remonta a 1615 en Lima, Perú. La ciudad estaba siendo atacada por piratas holandeses, pero una tormenta dispersó la flota, salvando a la ciudad. La leyenda popular atribuye este hecho a los rezos de Isabel Flores de Oliva, más tarde conocida como Santa Rosa de Lima.
Isabel Flores de Oliva nació el 20 de abril de 1586 en la Ciudad de los Reyes, actual ciudad de Lima, capital del Perú, de padres españoles. Dada la belleza que fue mostrando a la niña al crecer, todos comenzaron a llamarla Rosa. Así, fue la primera flor de santidad que dio América del Sur.
Isabel, desde pequeña, hizo voto de castidad y consagró su vida a Dios. Para cumplir y practicar las virtudes en forma heroica, ingresó en la Tercera Orden Dominicana. La Ciudad de los Reyes, en plena época colonial, fue testigo de la entrega de Rosa a la oración en varias oportunidades y la del 30 de agosto construyó su leyenda.
A los 31 años, Rosa murió en Lima, el 24 de agosto de 1617. El Papa Clemente X la canonizó el 12 de abril de 1671. La fiesta de Santa Rosa se celebra en la Iglesia universal el 23 de agosto, pero el Episcopado Argentino y otros episcopados la celebran el 30 de agosto, fecha tradicional en toda América por la leyenda del retroceso de la flota holandesa en la región.
Además, el 14 de setiembre de 1816 el Congreso de Tucumán, a propuesta del diputado Fray Justo Santa María de Oro, declaró a Santa Rosa Patrona de la Independencia argentina.