Todos lo sentimos y pensamos alguna veces: “¿Cómo puede ser que mi sueldo se vaya tan rápido?”.
La respuesta la podemos encontrar en algo que no hacemos: poner en papel o en una planilla, cuánto ingresa y cuánto sale de nuestra billetera cada mes.
La educación financiera no es exclusiva de los economistas; es una herramienta que todos necesitamos para vivir con menos estrés y tomar mejores decisiones. Y todo empieza por un presupuesto.
Lo que creemos no es lo que realmente pasa
Imaginemos un caso:
- Ingreso mensual: $800.000
Presupuesto inicial (lo que creemos que gastamos):
- Alquiler: $200.000
- Supermercado: $180.000
- Servicios (luz, gas, internet, celular): $60.000
- Transporte: $40.000
- Educación: $50.000
- Entretenimiento y salidas: $50.000
- Otros (regalos, imprevistos, ropa): $70.000
Total estimado: $650.000
Saldo que creemos que queda: $150.000
El registro real, nos enfrenta a la verdad
Cuando llevamos un control durante un mes, puede que aparezca otra historia:
- Alquiler: $200.000 (sin cambios)
- Supermercado: $216.000 (¡20% más de lo previsto!)
- Servicios: $53.000
- Transporte: $45.000
- Educación: $60.000
- Entretenimiento y salidas: $75.000
- Otros: $90.000 (más compras chicas que no se registraron)
Total real: $739.000
Saldo real: $61.000
Y ahí caemos en la realidad que queda muy poquito para ahorrar, entonces lo gastamos de una.
¿Cómo hacerlo fácil?
- Elegí un método: puede ser un cuaderno, una planilla de Excel o una app gratuita.
- Anotá absolutamente todo: desde el alquiler hasta el café que tomaste en el full.
- Compará mes a mes: lo presupuestado vs. lo real.
- Ajustá: si el supermercado y las salidas siempre se exceden, ahí está tu foco de mejora.
Ventajas de conocer lo que está pasando
- Menos estrés: poder elegir darte un gusto o si hay que esperar.
- Más control: detectar fugas de dinero.
- Mejor planificación: podés ahorrar para vacaciones, emergencias o un objetivo específico.
- Comenzar a pensar otras fuentes de ingreso.
Hacer un presupuesto no es limitarse, es ganar libertad. Porque cuando sabemos dónde va cada peso, podemos decidir mejor y dejar de vivir sin rumbo.
El primer paso es simple: anotar todo y comparar lo que imaginabas con la realidad.
Ahí empieza tu verdadera educación financiera.