Una expedición sin precedentes al corazón del Mar Argentino logró reunir a la ciencia, la tecnología, la educación y la emoción de miles de personas conectadas desde todos los rincones del planeta. Y en ese hito histórico estuvo presente un hijo de Nueve de Julio: Francisco Brusa, biólogo, investigador del CONICET y docente de la Universidad Nacional de La Plata.
El convecino que jugó al básquet en Atlético 9 de Julio, fue una de las mentes argentinas que participó del proyecto científico internacional liderado por el Schmidt Ocean Institute a bordo del barco Falkor (too), que transmitió en vivo cada inmersión de su submarino robot hasta casi 4.000 metros de profundidad. Allí, con una cámara 4K y brazos articulados, el vehículo exploró la biodiversidad oculta del cañón de Mar del Plata. Las imágenes recorrieron el mundo y despertaron el asombro de grandes y chicos.
“Lo que vimos fue extraordinario”, explicó Francisco Brusa en diálogo con Despertate (Cadena Nueve, Máxima 89.9 y T.V. Visión Plus). “La gente se enganchó con todo. Ver criaturas como ‘Amarillín’, ‘Batatita’ o la ‘estrellita culona’ en tiempo real y en altísima definición, sabiendo que están en nuestro mar, fue algo único”. La conexión emocional del público fue inmediata, y también inesperada. “Nos desbordó la repercusión. No estábamos preparados para tanta interacción, para tantas preguntas desde Europa, África, América… Fue hermoso”, reconoció.
El proyecto fue liderado por un equipo multidisciplinario argentino denominado GEMPA (Grupo de Estudio del Mar Profundo Argentino), integrado por 25 científicas y científicos de instituciones como el CONICET, la Universidad Nacional de La Plata, el Museo Argentino de Ciencias Naturales, el IBIOMAR (Puerto Madryn), la Universidad Nacional de Córdoba, la UBA y el CADIC (Tierra del Fuego). Brusa, que trabaja en el Museo de La Plata junto a su colega embarcada Cristina Tamborenea, remarcó: “Lo que se colectó, se queda en museos argentinos. Nada se va al hemisferio norte. Es fauna argentina que queda en Argentina”.
El objetivo fue claro: entender mejor las profundidades del mar, conocer sus especies y preservar su ecosistema. Lo que muchos no sabían es que gran parte de este éxito se debió a investigaciones previas del mismo equipo realizadas en 2012 y 2013 con el buque oceanográfico Puerto Deseado del CONICET, lo que permitió planificar ahora una recolección quirúrgica con el robot.
Orgullo de Nueve de Julio
Francisco Brusa no olvida sus raíces. “Estudié en la escuela de comercio, frente a Plaza Italia. Tengo lindísimos recuerdos, de los amigos, las maestras que me escribieron ahora emocionadas. Jugaba al básquet en Atlético, pescaba en las lagunas de la zona. La gente del 9 me marcó para siempre”, recuerda.
Luego de instalarse en La Plata para estudiar Biología, inició una carrera de más de 25 años dedicada a la docencia, la investigación y la conservación de la biodiversidad. Incluso realizó parte de su tesis doctoral en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, gracias a una beca del CONICET.
Actualmente, como docente y jefe de colección en el Museo de La Plata, destaca el valor de sostener el trabajo científico con fondos públicos. “Estos museos conservan colectas biológicas de más de 100 años. Si no los cuidamos, perdemos información irrecuperable sobre nuestra historia natural”, explicó, haciendo un llamado a valorar y apoyar a las universidades y centros de investigación nacionales.
Lo que viene: Uruguay y más ciencia
Mientras el Falkor regresa al puerto de Buenos Aires, el próximo paso será procesar todo el material recolectado. “Ahora viene lo laborioso. Hay que estudiar lo que se trajo, publicar, compartir con la sociedad. Esto recién empieza”, adelantó Brusa.
Además, en pocos días comienza la expedición en aguas profundas de Uruguay, donde científicos uruguayos y argentinos investigarán cómo interactúan las corrientes cálidas de Brasil y frías de Malvinas en la biodiversidad marina.
Un nuevo capítulo de una historia que combina ciencia de frontera, cooperación internacional y amor por el conocimiento.