San Pedro, reconocido como el primer Papa y líder de la Iglesia primitiva, y San Pablo, considerado el gran misionero del cristianismo, son figuras clave en la expansión del mensaje de Jesucristo. Según la tradición cristiana, ambos murieron martirizados en Roma bajo el mandato del emperador Nerón alrededor del año 67 d.C.
En ciudades como Roma, Lima, Cuzco, Cartagena y Paita —donde la festividad adquiere un carácter especialmente popular— se realizan misas solemnes, procesiones, actividades culturales, y en muchos casos, fiestas patronales llenas de color y devoción. En algunas regiones costeras, la festividad de San Pedro, patrono de los pescadores, se celebra con procesiones marítimas, en las que se bendicen las embarcaciones y se agradece por la pesca.
El Papa Francisco presidió esta mañana la tradicional misa en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, donde también se entregaron los palios a los nuevos arzobispos metropolitanos, símbolo de comunión con la sede apostólica.
“San Pedro y San Pablo representan dos formas distintas de seguir a Cristo, pero unidas por el mismo amor al Evangelio”, dijo el Sumo Pontífice durante su homilía. “Su testimonio nos llama hoy a renovar nuestro compromiso con una fe viva y misionera”.
La celebración del 29 de junio no solo es una expresión de fe, sino también una oportunidad para reflexionar sobre el papel de la Iglesia en el mundo actual, y sobre cómo los valores que predicaron Pedro y Pablo pueden seguir iluminando el camino de los creyentes.
Agencia MTR