La esclativud no es una reliquia del pasado, sino una realidad muy presente.
La fecha es en conmemoración al 2 de diciembre de 1949, fecha en la que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el Convenio para la represión de la trata de personas y la explotación ajena.
El objetivo del día es reclamar la erradicación de las formas contemporáneas de esclavitud, como son la trata de personas, la explotación sexual, el trabajo infantil, el matrimonio forzado y el reclutamiento de niños para utilizarlos en conflictos armados u organizaciones delictivas.
Para recordar el Convenio, un informe realizado por el equipo de trabajo sobre Esclavitud de la ONU recomendó en 1985 que el 2 de diciembre fuera proclamado “Día Mundial para la Abolición de la Esclavitud” en todas sus formas. Por ello, de 1985 a 1994 se celebró el “Día Mundial contra la Esclavitud” y en 1995 pasó a denominarse “Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud”.
Más de 40 millones de personas en todo el mundo son víctimas de la esclavitud moderna, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Aunque no está definida en la ley, la esclavitud moderna se utiliza como un término general que abarca prácticas como el trabajo forzoso y el matrimonio forzado. Con ella, se hace referencia a situaciones de explotación en las que una persona no puede rechazar o abandonar debido a amenazas, violencia, coerción, engaño o abuso de poder.
Además, más de 150 millones de niños están sujetos al trabajo infantil, lo que representa casi uno de cada diez niños en todo el mundo.
La OIT ha adoptado un nuevo Protocolo legalmente vinculante diseñado para reforzar la lucha contra el trabajo forzoso en todo el mundo, que entró en vigor en noviembre de 2016.
Ese Protocolo sobre el trabajo forzoso de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) puede devolver la esperanza y la libertad a las millones de personas que están atrapadas en la esclavitud moderna.
En primer lugar, tiene que ser ratificado por países de todo el mundo.
Se pide a los líderes del mundo que ratifiquen el Protocolo sobre el trabajo y ese proceso no ha concluido.
Su erradicación es una responsabilidad de gobiernos y de las personas.


