El adolescente nuevejuliense fue atropellado por un colectivo en la ciudad de Buenos Aires cuando volvía de hacer un mandado. Aunque algunos testigos aseguraron que el chofer cruzó el semáforo con luz roja la causa se cerró porque el abogado de la familia jamás se presentó a las audiencias. El imputado Daniel Comesaña quien ya tenía antecedentes por haber participado en accidentes similares, aun maneja el ómnibus de la línea 6 que une diariamente Retiro con Villa Soldati. La historia de los Balanho sabe a traición e impunidad.
Hace exactamente un año, en una jornada fría como la de hoy, moría atropellado Thomás Balanho. El accidente que se produjo pasado el mediodía de aquel 18 de junio de 2012, ocurrió delante de muchos testigos, que presenciaron cómo el colectivo de la línea 6 se llevaba la vida de Thomás y cómo su mamá, Claudia Patricia Bustos, intentaba infructuosamente quitarlo debajo de las enormes ruedas.
Thomás de 14 años, era estudiante de secundaria, número cinco de las juveniles del Club Once Tigres y monaguillo de la Iglesia Salesiana.
El chofer de la empresa Dota S.A. Daniel Comesaña fue demorado primero por la Policía Metropolitana que intervino en el accidente, y luego derivado a la Unidad 28 del Centro de Detención Judicial del Palacio de Justicia. En el hecho intervino el Juzgado de Instrucción Nº 13, Secretaría 140, de la Capital Federal a cargo del Dr. Juan Sebastián Schabas Madueño.
Los testigos del accidente fueron contundentes: el colectivo manejado por Comesaña, giró a la derecha desde Combate de los Pozos hacia la avenida Brasil con el semáforo en rojo y atropelló a Thomás, que murió en el acto. Y no sólo eso, sino que inmediatamente después de matarlo reacomodó el vehículo como quien quiere borrar evidencias, modificando parcialmente la escena del crimen.
Nada repara la pérdida de una vida, sólo les quedaba a los Balanho tras aquella trágica jornada, la búsqueda de justicia. Sin embargo, dejaron la actuación judicial en manos del abogado Eduardo Mandrini que poco (y nada) se preocupó por la causa, y sí por cobrar sus honorarios por adelantado.
Los Balanho le depositan toda su confianza y también todos sus ahorros. A pesar que se encuentran en una precaria condición económica, juntan el dinero que les pide el doctor Mandrini y le entregan hasta el último centavo. Esa fue la última vez que lo vieron, y ya nada supieron de él. Nunca les atendió el teléfono ni les devolvió los mensajes éste abogado pampeano que ahora vive en un departamento sobre Avenida del Libertador. Tiempo después sabrán que nunca hizo nada por la causa. Que los estafó. Que hubo audiencias decisivas en las que no se presentó, como aquella en la que se revisaron las imágenes que habían tomado las cámaras de seguridad que filmaron el accidente.
Actualmente el doctor Carlos Zimerman sin cobrarle sus honorarios a la familia es quien esta intentando reabrir la causa, pidiendo las evidencias fundamentales, como las cámaras de seguridad del gobierno de la ciudad que mostrarían el momento del accidente.
El caso de Thomás es otro de esos casos donde la imprudencia humana mata sueños, alegrías, esperanzas y destroza familias.
Todo huele a impunidad, corrupción, y sobre todo a falta de justicia.