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Padre Daniel Camagña: “La gran esperanza es transformadora en apertura y compromiso”

En Modo Jubileo, el sacerdote profundizó sobre la esperanza como motor espiritual y humano al tiempo que diferenció la expectativa cotidiana de la “gran esperanza” de la vida eterna y explicó por qué esta no aleja del mundo, sino que invita a vivir con mayor responsabilidad, serenidad y apertura al otro.

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En una nueva edición de Modo Jubileo, que se emite los jueves desde las 9.30 en ‘Despertate’ por Cadena Nueve, Máxima 89.9 y Visión Plus TV, el Padre Daniel Camagna ofreció una extensa reflexión sobre la esperanza, sus distintas dimensiones y su papel en la vida espiritual y cotidiana.

El sacerdote comenzó destacando una idea que surgió casi al pasar durante la conversación: “Pironio llamó a América Latina el continente de la esperanza… y miren qué significativo, los dos últimos Papas – Francisco y ahora León XIV-  son del continente americano”.

A partir de ese punto, Camagna se adentró en el sentido profundo de la esperanza. Explicó que no se trata únicamente de un sentimiento momentáneo ni de una expectativa terrenal, sino de un proceso que acompaña toda la historia humana. Para ilustrarlo, repasó cómo en la Biblia la esperanza se fue transformando: desde las necesidades básicas del Israel antiguo —“tener agua, comida, seguridad”— hasta la promesa de la vida eterna revelada plenamente por Jesús.

“Este recorrido de Israel es nuestro propio recorrido”, afirmó. “Comenzamos con deseos, luego sueños, proyectos… hasta que un día nos preguntamos qué hay más allá. En algún momento el creyente deja de decir ‘creo que hay algo’ para afirmar: ‘Creo en la vida eterna’. Y esa gran esperanza sostiene las esperanzas de cada día”.

El sacerdote advirtió que sin esa visión trascendente “corremos el riesgo de encerrarnos en el egoísmo”, porque el miedo a perder y el miedo a la muerte pueden convertir la vida terrenal en una competencia salvaje. “El que tiene esperanza no teme tanto perder y por eso se abre al otro”, expresó.

En la charla también recordó ejemplos concretos, como la labor del Padre Pedro Opeka en Madagascar, un misionero cuya fe en la vida eterna no lo alejó de la realidad, sino que lo llevó a transformar basurales en espacios de vivienda digna. “La esperanza verdadera no es evasión —remarcó—. Es lucha y paciencia, como enseñaba el pensador cristiano Josef Pieper. No es resignación, es acción en su debido tiempo”.

Utilizó también una metáfora muy presente en la tradición cristiana: la del parto. Retomando una idea del Padre Pedro Traveset, Camagno dijo: “La muerte es el último parto. Así como el bebé deja una comodidad para acceder a algo mejor, nosotros también pasamos por ese tránsito hacia la eternidad”.

El sacerdote compartió, además, una anécdota sobre Albert Einstein, quien en sus últimos años especuló con que “la conciencia del ser humano no puede terminar tan mal como el cuerpo”, sugiriendo que algo perdura más allá de la muerte. “Impresiona —dijo Camaña— cómo desde la ciencia, la filosofía y la fe se llega a intuiciones semejantes”.

Hacia el final, invitó a distinguir entre esperanza y ansiedad.

Y dejó abierta la puerta para un próximo encuentro:
“Más que a la ansiedad, temo a la frustración. La frustración es la madre de la amargura y del resentimiento. Es un tema que merece otra reflexión”.

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