miércoles, julio 2, 2025
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Entre humanos exhibidos y esqueletos de simios: reconstruyen la adquisición de una colección de fósiles de hace más de cien años

Una investigación del CONICET reconstruye la historia de una colección de fósiles de simios adquirida por el científico argentino Florentino Ameghino, en 1910, a un empresario alemán, conocido por exhibir personas como parte de ferias coloniales. El estudio revela cómo la ciencia de comienzos del siglo XX se entrelaza con discursos de dominación racial y propone una lectura crítica sobre la construcción del patrimonio en Argentina

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Es mayo de 1910. Buenos Aires celebra el Centenario del Primer Gobierno Patrio con desfiles, banderas y promesas de modernidad. En Palermo, sin embargo, se montan jaulas. El empresario alemán Carl Hagenbeck exhibe orangutanes, gorilas… y personas. Indígenas traídos desde África y Asia son mostrados como parte de un espectáculo de “pueblos salvajes”. La sociedad paga para verlos.

Hagenbeck, además de domador de animales, era uno de los impulsores de los zoológicos humanos en Europa: transportaba personas a las grandes ciudades y las mostraba en ferias coloniales, como si fueran parte de un paisaje exótico. Y estaba, a su vez, en el negocio de los fósiles. A ese mismo hombre, Florentino Ameghino -figura clave de la ciencia nacional- le compró, en pleno apogeo del Centenario, una colección de esqueletos de simios por 4.500 pesos de la época.

Esto no es el inicio de una crónica de ficción. Es parte de la historia real de Argentina. Más de un siglo después, un grupo de investigadores del CONICET -Sergio Bogan, Sergio Lucero, Federico Agnolín y Agustín Martinelli- volvió sobre aquel episodio con ojos atentos y críticos. El estudio, publicado en la Revista Argentina de Antropología Biológica, reconstruye la historia de esa adquisición científica y cultural que, como afirma Agnolín, “es mucho más que una colección de huesos: es un espejo de época, de cómo la ciencia se cruzó con el colonialismo y la idea de superioridad racial”.

Florentino Ameghino, director del Museo Argentino de Ciencias Naturales en aquellos años, compró la colección de fósiles con fines explícitamente científicos, aseguran desde el equipo de investigación.

La colección incluía esqueletos y taxidermias de gorilas, chimpancés, gibones y orangutanes, preparados en el reconocido taller Umlauff de Hamburgo, Alemania. Aunque pensada como material para el estudio de la evolución humana, su origen estaba atravesado por espectáculos etnográficos en los que se exhibía a seres humanos no europeos como parte de un show. “Fue una forma de espectáculo legitimada por la clase gobernante y un sector importante de la comunidad científica de la época”, reflexiona Bogan, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.

Fósiles, ciencia y poder: el otro lado del patrimonio

Hagenbeck no era un improvisado. Era una figura célebre en Europa, pionero en la creación de zoológicos sin barrotes y también en el montaje de ferias coloniales con seres humanos. Su presencia en la Exposición del Centenario se tradujo en un espacio que funcionó como zoológico, circo y feria racial. “Esos montajes fueron fundamentales para la construcción de la alteridad: reproducían un orden jerárquico entre lo europeo civilizado y lo exótico salvaje”, subraya el equipo en su investigación.

La ciencia de principios del siglo XX, atravesada por el positivismo, encontró allí una veta fértil. Así, se sumaban las colecciones de simios, las medidas craneométricas y los estudios de anatomía comparada, que eran parte de un mismo afán por clasificar, ordenar y jerarquizar.

A la derecha de la imagen se puede observar una fotografía del empresario alemán Carl Hagenbeck. Fuente: gentileza equipo de investigación.

Florentino Ameghino, director del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) en aquellos años, compró la colección de fósiles con fines explícitamente científicos. Sus investigaciones sobre el origen del hombre en América buscaban en estos simios pistas sobre la evolución. Su hermano Carlos continuó la tarea tras su fallecimiento, facilitando el acceso al investigador José Imbelloni, figura central de la antropología local. Este usó parte del material, pero nunca publicó un estudio exhaustivo.

La colección Hagenbeck quedó entonces guardada en el museo, activa en su función educativa, pero muda en cuanto a su origen. “Durante años esta historia permaneció invisible. Era necesario volver sobre ella, ponerla en contexto”, afirma Lucero en entrevista con la Agencia CTyS-UNLaM.

Revisando el pasado para cambiar la mirada a futuro

Hoy, cuando los museos del mundo revisan su patrimonio y cuestionan la forma en que fue construido, este redescubrimiento cobra nueva relevancia. “El patrimonio no es sólo objeto, es también relato, memoria y refleja la idiosincrasia del momento. Y por eso importa cómo llegó, quién lo trajo, para qué se usó”, insiste Bogan.

En un momento de revisión crítica, donde la ciencia se interroga sobre su historia y su lugar en procesos de dominación global, la colección Hagenbeck, sostienen desde el equipo, permite entender cómo se construyó el conocimiento en Argentina y qué tensiones -coloniales, éticas, políticas- lo atravesaron.

La colección de fósiles de simios sigue en el MACN, ahora revalorizada desde otra mirada. Ya no es sólo un material de estudio anatómico: es una clave para leer las relaciones entre ciencia y sociedad. Y también una advertencia sobre las historias que pueden contar los objetos detrás de las vitrinas.

 Para Cadena Nueve, Agencia CTyS-UNLaM 

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