Por primera vez en mucho tiempo, se empieza a percibir un cambio real de paradigma en la Municipalidad. Un giro necesario: pasar de frenar a permitir, de trabar a acompañar. Durante años, la gestión municipal funcionó como un obstáculo más para quienes querían invertir, emprender o simplemente trabajar en regla.
Una frase del concejal César García, titular de la bancada PRO, resuena con fuerza y marca este giro: “No podemos frenar de antemano a una empresa que viene a invertir, si cumple con la ley.”
Parecería de sentido común, pero no lo fue durante años. Decenas de comerciantes, pymes, y emprendedores regionales lo saben: fueron obstaculizados sistemáticamente desde el propio municipio, atrapados entre exigencias absurdas de habilitaciones, demoras, requisitos que iban más allá de lo legal y, en muchos casos, entraban en el terreno de lo disuasivo. Se frenaba desde lo local lo que estaba avalado por Nación o Provincia.
Hoy, que se diga con claridad que el municipio “no debe coartar la libertad de invertir y dar trabajo con ordenanzas vetustas” es un gesto político que no debe pasar desapercibido. Es también un reconocimiento: se hizo mal, se limitó, se paralizó. Y hoy, quizás por primera vez, se elige no repetir ese error.
Además, el debate que suele instalarse en el Concejo Deliberante en torno a estos temas –adhesiones, declaraciones, pedidos de informes sobre temas sin competencia local directa– merece una revisión. Porque como bien se expuso en la sesión, la Ley Provincial 12.605 es clara: no le corresponde al Concejo intervenir ni opinar técnicamente sobre habilitaciones cuya competencia está en el ámbito provincial. Ni tienen atribución legal, ni tienen herramientas para hacerlo.
“Sería meternos en algo que no nos corresponde”, dijo el edil. Una postura responsable y, sobre todo, necesaria frente a un escenario donde muchas veces el debate político se usa como trinchera para frenar inversiones con argumentos más ideológicos que legales.
Esta columna no busca hacerle una ovación al concejal César García, sino subrayar algo que, si se consolida como política pública local, puede cambiar el rumbo económico del distrito de Nueve de Julio: entender que la función del Estado local no es obstaculizar, sino acompañar. No es inventar barreras, sino allanar caminos. No es fiscalizar por deporte, sino garantizar que las reglas se cumplan sin trabar lo que funciona.
Invertir no es un delito. Emprender no es un privilegio. Dar trabajo no debería ser una carrera de obstáculos. Y por fin, alguien lo dice como debe ser dicho. Clarito!