miércoles, junio 4, 2025
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El gato de Schrödinger y el federalismo argentino: una Nación entre la realidad y la ficción

Escribe para Cadena Nueve, Luis Gotte*

La teoría del gato de Schrödinger, ideada por el físico austríaco Erwin Schrödinger en 1935, plantea una paradoja cuántica en la que un gato, encerrado en una caja junto con un mecanismo que puede matarlo o no, se encuentra simultáneamente vivo y muerto hasta que un observador abre la caja. Esta imagen, que parece absurda a primera vista, permite expresar con gran potencia conceptual una contradicción latente: dos realidades que coexisten, hasta que la observación obliga a definir una.

Esta misma lógica puede aplicarse, con rigurosidad crítica, al federalismo argentino. El artículo 1º de la Constitución Nacional afirma sin ambigüedades: “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa, republicana y federal…”. Desde la letra constitucional, y desde una lectura teórica del ordenamiento jurídico, todo parecería indicar que vivimos en un país federal. Las provincias son preexistentes a la Nación (art. 121), dictan sus propias constituciones (art. 5), organizan sus instituciones y conservan el poder no delegado expresamente (art. 121 y 124). El gato está vivo.

Pero si “abrimos la caja”, si analizamos la dinámica real de la relación entre la Nación, las provincias y los municipios, encontramos un panorama muy distinto al que suele presentarse. Las provincias dependen de las decisiones políticas, fiscales y administrativas del Poder Ejecutivo Nacional, quedando subordinadas a su voluntad.

La intervención federal en Argentina, prevista en el art. 6 de la Constitución Nacional, autoriza al gobierno federal a tomar el control de una provincia en circunstancias excepcionales. Por su parte, la coparticipación federal de impuestos -establecida en el artículo 75, inciso 2, y regulada por la Ley 23.548- se distribuye de manera discrecional y, en muchos casos, arbitraria, perpetuando una lógica unitaria. El gato está muerto.

A su vez, las provincias reproducen este mismo esquema de centralización hacia adentro. El caso de la Provincia de Buenos AYres resulta paradigmático. Su extensión territorial, densidad demográfica y diversidad productiva exigen una organización institucional altamente descentralizada. Sin embargo, los municipios carecen de verdadera autonomía, no solo en términos financieros, sino también en aspectos legislativos, institucionales y administrativos. Las Delegaciones municipales, que operan en pueblos y ciudades no cabeceras del Municipio, no poseen autarquía ni capacidad de gestión plena. Así, la provincia se comporta como un Estado unitario respecto a sus propios municipios.

El régimen de coparticipación provincial profundiza este esquema, consolidando una relación jerárquica vertical entre La Plata y los distritos del interior. La falta de una ley de coparticipación municipal basada en criterios objetivos (como la producción, el territorio, el arraigo poblacional o la infraestructura) debilita el federalismo provincial. A esto se suma una Ley Electoral (5109 y sus modificatorias) que mantiene una configuración legislativa obsoleta, sin adecuación a los datos de población ni a las necesidades del S.XXI.

Este doble régimen unitario -desde la Nación hacia las provincias, y desde las provincias hacia los municipios- configura un federalismo ficcional. Se habla en su nombre, se legisla en su nombre, pero se gobierna con una lógica centralista. La paradoja del gato de Schrödinger se manifiesta entonces en el ámbito político: Argentina es federal en el plano normativo, pero unitaria en la práctica.

Para superar esta contradicción, es necesario abrir la caja de la realidad institucional. Debemos repensar el federalismo no como una mera estructura de competencias, sino como una filosofía de organización territorial basada en la soberanía de los pueblos. Esto implica:

1) Reformar la Ley de Coparticipación Federal con criterios equitativos y no discrecionales.
2) Reconocer constitucionalmente la autonomía plena de los municipios y Cartas Orgánicas en las provincias que aún no lo han hecho.
3) Actualizar las secciones legislativas provinciales según datos de población y criterios de representación.
4) Fomentar esquemas de confederación regional entre provincias, que potencien proyectos comunes desde una visión solidaria, autónoma y productiva.

El Gral. Juan D. Perón expresaba que “El hombre podrá independizarse, solamente, en una comunidad organizada. Donde cada uno haga lo suyo, realizándose dentro de la comunidad que también se realiza. Ya que es muy difícil que un hombre pueda realizarse en una comunidad que no se realiza” Y nosotros que agregamos que la verdadera unidad nacional no se impone desde arriba; se construye desde el pueblo, desde el municipio, desde el barrio, desde la comunidad organizada.

El federalismo argentino está en la caja de Schrödinger. Solo sabremos de qué se trata si abrimos la caja, observemos con honestidad y actuemos con valentía política.

*Autor de ‘La Hora de Tus Intendentes’ 

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