sábado, abril 27, 2024
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Se conoció el “Testamento Espiritual” del Padre Pedro

Se conoció el denominado “A modo de TESTAMENTO ESPIRITUAL”, escrito por el Padre Pedro Trasevet el 22 de diciembre del año último, fechado en Trenque Lauquen. El Sacerdote con sencillez cristiana, humildad y profundidad,  comienza diciendo que:
“Al terminar esta vida, y al comenzar la que siempre esperé, y ahora que ya llegué por la misericordia de Dios y la ayuda de María, contemplando al Señor Resucitado cara a cara, (al que siempre amé e intenté servir), quisiera expresar esto que les escribo, y alguien leerá por mí: gratitud, perdón y entrega.
GRATITUD
Por la familia:
Doy gracias al Señor por la vida que me concedió. Por la familia que tanto me amó. Fui muy felíz en el seno de mi hogar.  Mis padres y mi hermano me enseñaron la sencillez, el respeto, la honradez, me sentí muy amado y respetado. Mis padres, casi analfabetos, pero fueron mis mejores maestros.
De ellos también aprendí a rezar y con ellos di mis primeros pasos en la vida parroquial. Se sacrificaron y trabajaron por mí, para que pudiera llegar a Sacerdote. Junto al altar de mi primera misa, junto a mi hermano, fueron mi alegría y mi gozo.
Por la comunidad parroquial:
En ella comencé a conocer a Jesús y a María, a recorrer mis primeros pasos en la fe y en el amor ala Iglesia. Tengomuy buen recuerdo de los sacerdotes que pasaron por mi parroquia. En torno a ella, se desarrollaba toda la vida del pueblo. Por tantos sacerdotes mártires de mi pueblo y de mi terruño. No dudo que su muerte fue semilla de mi vocación al sacerdocio.
Por el seminario que me formó.
Tengo muy buenos recuerdos de mis formadores y superiores y de mis compañeros.
 Por mi Diócesis de Vic
Madre de Santos, Mártires y Misioneros, a ella le agradezco todo lo que me dio.
Por la Diócesis de Nueve de Julio
Que con tanto amor me recibió, y en donde ejercí el sacerdocio tantos años. Jamás podré agradecerle el regalo de tantos años compartidos como iglesia, en la que encontré el amor y la benevolencia de sus obispos y su presbiterio, Me recibieron como hermano y con ella pude vivir mi sacerdocio en la Iglesia Católicaque extendida de oriente a occidente, es la que desde niño ya amé y por ella me entregué hasta llegar aquí.
Por San Hipólit y Sallent.
Por Nueve de Julio y por Trenque Lauquen-Berutti
Estas son las 4 comunidades a las que me tocó servir.
Jamás pensé ser tan feliz a su lado. Es ahí donde como cristiano viví y crecí espiritualmente. Con ellas alabé, serví y amé a Jesús, al que fue siempre el Todo de mi vida.  Para ellos fui sacerdote y pastor. Ellos han sido mi gozo y alegría.  Jamás me arrepentí del SI que un día dije a mi Obispo para venir a lejanas tierras. Ellas han sido un regalo para mí. Las amé de verdad y me entregué sin medida por ellas.  Me dieron más de lo que les dí. Gracias. Me dieron el regalo de poder conocer y querer a Monseñor Pironio.
PERDON:
Después de la gratitud y misericordia, viene espontáneo el pedir perdón: a
Dios por mis pecados, egoísmo y negligencias para con Él y mis hermanos. ¡Cuánto esperaron de mi y qué poco correspondí!  Me entrego, en esta hora de la verdad, a los brazos misericordiosos de mi Padre Dios con la confianza que Jesús canceló con su muerte en la cruz la condena que pesaría sobre mi.
Me entrego a María, y a ella le pido que ahora me muestre y me lleve a Jesús, el fruto bendito de su vientre.
A mis feligreses, y a cuantos se han relacionado conmigo, (ya sea en el pueblo o el campo,  en la ciudad o en el penal),  como sacerdote, amigo o vecino, les pido perdón y que me perdonen.
Siempre les quise bien a pesar de mi temperamento e intolerancia.  Desde el cielo  cuenten conmigo.
ENTREGA
Intenté darme sin medida. Quise ser todo para todos, no siempre lo logré. Si algo puede expresar mi donación a Dios …  fue perseverar hasta el final, dándome a los demás hasta no tener tiempo ni siquiera para descansar.  En cada rostro intentaba ver, encontrar y amar a Jesús. Esto me llegaba a hacer de mi vida una oración, acompañada de una gracia interior, y muy fuerte de la presencia de Dios. Amé a las religiosas y religiosos, a los consagrados, con ellos colaboré para la evangelización de las parroquias. Agradezco a las Hermanas de la Presentación dela Virgen Niñade Granada y a las  Hermanas Adoratrices de Rivolta D’Adda, con las que tuve el privilegio de compartir la fundación en Nueve de Julio y Trenque Lauquen. También el acompañamiento de las Benedictinas de Santa Escolástica de Victoria, las Carmelitas Descalzas de Vic y Nueve de Julio. Todas ellas siempre fueron para mi madres y hermanas.  Agradezco infinitamente la amistad, el compañerismo, la paciencia y el amor concreto de los  Padres Daniel, Caíto, Luis, Alcides y demás  sacerdotes de la Parroquia de Trenque Lauquen en esta última etapa.
A todos los que trabajaron la Parroquia en sus distintos movimientos, grupos y servicios, gracias.
También quisiera agradecer al Movimiento de los focolares, por haber podido compartir su espiritualidad que tanto bien me hizo en la vida sacerdotal y en el apostolado parroquial.
Intenté amar a la Iglesia, mi Madre. Estoy contento de haber vivido y de haber muerto en ella. Confío que, si algún recuerdo les pueda quedar de mí,  lo aprovechen para encomendarme a Dios, ofreciendo sufragios y misas para obtener la misericordia de Dios.  Especialmente lo pido a los que fueron mis seminaristas y ahora son sacerdotes, o lo serán.
El Sacerdote concluye “Hasta vernos, muy pronto, en el cielo”, y lo firma Padre Pedro.
 
 

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