
En su primera bendición navideña, el Papa León XIV recordó a los pueblos que sufren por la guerra y la pobreza, exhortó a los líderes y a cada persona a comprometerse activamente con la reconciliación entre naciones y por lazos humanos fraternos.
El Papa dirigió un llamado explícito a las naciones afectadas por la guerra. Pidió justicia, paz y estabilidad para Palestina e Israel, así como para el Líbano y Siria, y animó a Rusia y Ucrania a encontrar el valor para dialogar de manera sincera, directa y respetuosa, con el apoyo de la comunidad internacional, para poner fin al conflicto. Invitó además a rezar de modo especial por el atribulado pueblo ucraniano y por todas las víctimas de las guerras que se libran en el mundo.
En su reflexión, León XIV recordó que Jesús, al nacer en la pobreza de un pesebre, se identifica con todos los que sufren. Asume sobre sí nuestra fragilidad, dijo, mencionando de manera concreta a los habitantes de Gaza que lo han perdido todo, a quienes padecen hambre y pobreza, como el pueblo yemení, y a los refugiados y migrantes que se ven forzados a abandonar su tierra en busca de un futuro.
El Papa amplió su mirada a otras realidades de sufrimiento: los jóvenes que no encuentran trabajo, los trabajadores explotados, las personas privadas de la libertad que viven en condiciones inhumanas y quienes atraviesan situaciones de exclusión y abandono. En todos ellos -señaló- Cristo sigue haciéndose presente y reclamando una respuesta de solidaridad.
Robert Prevost, en su primera alocución de Navidad, exhortó a que el Niño Jesús inspire a quienes tienen responsabilidades políticas en América Latina, de modo que, ante los numerosos desafíos, se dé espacio al diálogo por el bien común y no a las exclusiones ideológicas y partidistas.
Estas mismas preocupaciones resonaron también en la homilía de la misa de Navidad, en la que el Pontífice habló de las heridas abiertas que dejan las guerras y del drama de las poblaciones indefensas, así como de los jóvenes obligados a tomar las armas y enviados a morir por decisiones ajenas.
Al concluir su mensaje Urbi et Orbi, León XIV invitó a vivir la Navidad como un compromiso concreto. “Dios no puede salvarnos sin nosotros”, recordó y exhortó a transformar la celebración en un camino cotidiano de justicia, diálogo y fraternidad, para que la luz de Cristo ilumine verdaderamente a un mundo herido, pero aún abierto a la esperanza.


