En el cambiante mapa político de Nueve de Julio, la falta de acuerdos entre el PRO y La Libertad Avanza (LLA) no es solo una noticia electoral, sino el reflejo de una tensión que, lejos de apaciguarse, promete seguir escalando. Y mientras tanto, el desarrollo local queda atrapado en un juego de intereses personales que nada tiene que ver con el bienestar de la comunidad.
María José Gentile, actual intendenta, ha enfrentado un año y medio de gestión difícil, marcada no por la oposición constructiva, sino por una obstrucción sistemática.
Paradójicamente, esa resistencia no vino de UxP ni de otros sectores tradicionales (aunque apoyaron), sino del propio presidente del bloque de LLA, Luis Moos. Desde su banca, Moos se encargó de bloquear proyectos, dilatar definiciones relevantes y poner trabas en cada intento de avanzar. Su frase dirigida a la intendenta lo dice todo: “Hago lo que quiero y, en todo caso, de acordar, las decisiones serán de LLA.” Una declaración que resume su lógica: imposición por encima del diálogo.
Gentile, en cambio, entendió el cambio de época y se comprometió con una gestión austera pero decidida. Con pocos recursos y una Provincia poco presente por sus propias dificultades, impulsa obras que no hacen ruido en los medios, pero cambiarán la vida en los nuevejulienses: política ambiental, hábitat y modo de nuevas construcciones y mejoras en salud pública. Y lo lleva sin especular políticamente, sino con una clara vocación de servicio.
Mientras tanto, desde LLA se habla mucho, se promete poco y se gestiona nada. El caso del matadero de cerdos proyectado en Morea o el relleno sanitario en Monte de Gobierno es una muestra clara: el dinero prometido por Nación nunca llegó y, con el rumbo actual, es evidente que tampoco llegará. ¿Por qué? Porque la política de LLA se reduce a la búsqueda del poder, sin una agenda concreta de obras o desarrollo para el distrito.
La tensión entre los espacios no se resolvió con el cierre de listas: se profundizó. PRO y LLA irán por separado, y eso augura más conflictos en el Concejo Deliberante. Las trabas legislativas continuarán, con un bloque libertario que prioriza sus propias ambiciones por sobre cualquier consenso posible.
El mayor problema no es solo político: es económico. En un clima de confrontación constante, los inversionistas privados—clave en una economía local tan golpeada—simplemente no llegarán. Nadie quiere apostar en un distrito donde cada decisión se convierte en un campo de batalla y donde ni siquiera las obras más básicas pueden garantizarse.
Lo que Nueve de Julio necesita no es una pulseada de egos, sino políticas públicas reales, planificación a largo plazo y dirigentes con vocación de diálogo. En este escenario, la figura de María José Gentile se destaca no por prometer lo imposible, sino por hacer lo necesario, incluso en condiciones adversas.
El desafío ahora será sostener esa línea de gestión frente a una oposición que no quiere construir, sino simplemente ocupar. Y ahí es donde la ciudadanía deberá estar más atenta que nunca: para no dejar que el ruido le gane al trabajo silencioso.