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Monseñor Ariel Torrado Mosconi clausuró el Año Jubilar en la Diócesis de Nueve de Julio: Fue un tiempo de renovación espiritual

Fue en una emotiva Misa ante fieles y sacerdotes de la diócesis donde reflexionó sobre el tiempo de gracia vivido y renovar la esperanza en Cristo, destacando la importancia de la misericordia divina y el vínculo de fe en la comunidad

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La Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, en la ciudad de Nueve de Julio, vivió este domingo una jornada histórica en el marco de la clausura del Año Jubilar. Monseñor Ariel Torrado Mosconi, Obispo de la Diócesis de Santo Domingo, encabezó la solemne misa que reunió a fieles de distintas comunidades de la región. La ceremonia comenzó con el ingreso de los participantes, quienes, siguiendo las enseñanzas del obispo, tocaron la cruz de Cristo como signo de renovación y fe.

En su homilía, el obispo reflexionó sobre el significado del tiempo y su relación con la salvación, destacando que, para los creyentes, el tiempo no es solo una secuencia cronológica, sino un espacio sagrado donde se vive la experiencia de Dios. “Este Año Jubilar ha sido una oportunidad para profundizar en nuestra fe, renovar nuestra esperanza y agradecer por los frutos espirituales recibidos”, expresó Monseñor Torrado Mosconi.

El obispo también hizo hincapié en el rol fundamental de la familia en la construcción de una sociedad más justa y solidaria, especialmente al conmemorar esta celebración en el Día de la Sagrada Familia. “Necesitamos que nuestras familias se renueven en la esperanza”, afirmó.

Como parte del acto simbólico, se ofrecieron recuerdos a los presentes: estampas con una reliquia del Cardenal Eduardo Francisco Pironio, un modelo de esperanza en tiempos difíciles, y pequeñas ramitas de olivo, que representaban la renovación de la esperanza para cada hogar y comunidad.

Al culminar la misa, se realizó una comida fraternal, con la participación de miembros de la comunidad, quienes compartieron un momento de alegría y reflexión sobre lo vivido en este Año Jubilar. “Hoy, al cerrar este ciclo, nos comprometemos a ser misioneros de esperanza, llevando a nuestras familias y comunidades el mensaje de fe que hemos renovado”, concluyó el obispo.

El encuentro también incluyó una bendición apostólica, que otorgó a todos los asistentes la gracia de una indulgencia plenaria, cerrando de manera solemne este año de gracia y transformación espiritual.

La Plantación del Olivo: Símbolo de Paz y Esperanza

El acto central comenzó con la plantación de un olivo en la Plaza Belgrano, un momento de gran trascendencia para la comunidad. El Obispo, acompañado por numerosos fieles, guiaba el momento con palabras cargadas de esperanza: “Este olivo es un signo concreto de la paz que tanto necesitamos en el mundo. Como peregrinos de la esperanza, sabemos que Cristo está con nosotros, nos acompaña y nos da fuerza para seguir adelante”.

El olivo, como símbolo bíblico, fue considerado desde la antigüedad un signo de la presencia divina y un emblema de la paz que brota en medio de los conflictos. En este contexto, Monseñor Torrado Mosconi invitó a los presentes a renovar su fe y a caminar juntos como comunidad, buscando la justicia y la paz que Cristo nos enseña a vivir.

El Obispo también hizo hincapié en que, aunque el Año Jubilar llegaba a su fin, la misión de los fieles no terminaba allí. “Este año hemos vivido momentos de gracia, pero nuestra peregrinación continúa. No somos peregrinos de un año, sino de toda una vida”, expresó, invitando a los creyentes a seguir sembrando esperanza en su vida cotidiana y en sus comunidades.

El Significado del Año Jubilar: Un Año de Renovación Espiritual

Durante su mensaje, Monseñor Torrado Mosconi recordó que, a lo largo de este Año Jubilar, la comunidad diocesana vivió diversos momentos de gracia, entre ellos las ordenaciones presbiterales y la Asamblea Eclesial de agosto. Estos acontecimientos fueron para la Diócesis un impulso espiritual para fortalecer la unidad y la fe.

“El Año Jubilar ha sido un río de gracias que ha fortalecido nuestras manos débiles y reafirmado nuestras rodillas vacilantes”, dijo el Obispo. A su vez, destacó el profundo sentido de reconciliación que marcó este año, donde la comunidad se unió en oración y acción de gracias a Dios por las bendiciones recibidas. “Hoy celebramos como un solo pueblo, unido no solo a nuestra diócesis, sino a la Iglesia Universal y al Papa Francisco, quien nos ha acompañado durante todo este tiempo”, agregó.

Palomas y Canto: Un Gesto de Paz y Esperanza

Como parte del acto simbólico, se soltaron varias palomas, un gesto que remite al relato bíblico del Arca de Noé, cuando la paloma trajo la ramita de olivo como señal de que el diluvio había pasado y que la paz reinaba nuevamente en la tierra. Este gesto, lleno de significado, fue acompañado por el fervor de la comunidad, que aplaudió con entusiasmo mientras las palomas ascendían al cielo.

La ceremonia también estuvo acompañada de cantos, que expresaron la esperanza y el compromiso renovado de los fieles con la misión cristiana. “Cristo es nuestra esperanza”, cantaron los participantes, mientras el clima de unidad y fe envolvía a todos los presentes.

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