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Dicen que no hay oposición, pero brotan candidaturas inesperadas

En medio de un panorama político que parece no ofrecer alternativas, surgen figuras con potencial para competir en 2027. Esteban Bullrich, Dante Gebel, Marcos Galperín y Federico González emergen como opciones inesperadas, aunque aún en fase de decisión, y ese contexto la política argentina se enfrenta a un dilema: ¿qué falta para convertir estos deseos en propuestas concretas?, escribe Federico González

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En los pasillos de la política, un mantra se repite constantemente: “no hay oposición”. Sin embargo, el horizonte hacia 2027 comienza a contradecir esta afirmación. En el último tiempo, varios nombres han comenzado a emerger como posibles candidatos a la presidencia. Cada uno, con su estilo particular, parece dispuesto a abrir nuevas conversaciones políticas: el propio Federico González (quien ya anunció su candidatura en noviembre), Dante Gebel (que no ha cerrado la puerta a una postulación), Marcos Galperín (mencionado por terceros a pesar de negar su interés) y Esteban Bullrich (que ha mostrado su intención de participar, aunque con condiciones personales y familiares).

En Argentina, la reacción ante estos nuevos nombres suele ser automática: la descalificación. “¿Y este a quién le ganó?”, “¿A quién conoce?”, “¿De dónde salió?”. Son frases comunes que no buscan entender las propuestas, sino simplemente descalificar de manera prematura. Sin embargo, existe otra opción, más difícil pero más fructífera: escuchar antes de juzgar. Esto no implica aplaudir a todos, sino tratar de entender qué trae cada uno y qué le falta a su discurso.

Como consultor político, he observado a lo largo de los años cómo el comportamiento electoral argentino refleja ciertos patrones. Por eso, propongo mirar más allá de la coyuntura inmediata y enfocarnos en cómo cada figura está transitando el camino desde la intención hasta la acción, desde el deseo hasta la decisión pública. Detrás de cada nombre, hay una historia distinta sobre el arte —o la inercia— de decidir.

Esteban Bullrich: La voz desde la adversidad

Esteban Bullrich emerge como una figura única. Su lucha contra la ELA le otorga una autoridad moral difícil de discutir. Sin embargo, su situación personal le coloca ante un dilema: su familia tendrá la última palabra sobre su posible candidatura. En una reciente entrevista con Carlos Pagni, Bullrich expresó: “Me quiero presentar como candidato a presidente en 2027”.

Este deseo no debe leerse como una debilidad, sino como una jerarquía de valores: primero la familia, luego las ambiciones. En un país acostumbrado a dirigentes que sacrifican todo por el poder, Bullrich propone algo distinto: una política que no destruya lo más preciado en el camino hacia lo más ambicionado. Este enfoque tiene un peso simbólico importante.

Además de su historia personal, Bullrich posee una trayectoria pública sólida, con experiencia institucional. Puede dialogar con un electorado que valora la moderación y la unidad nacional. En un país agotado por la polarización, su ética de reconciliación puede ofrecer una alternativa viable. Sin embargo, el paso de la intención a la acción sigue siendo el mayor desafío. Hasta el momento, su mensaje sigue siendo condicional, dejando la puerta abierta a su decisión final.

Dante Gebel: Carisma y dilemas del “todavía”

Dante Gebel, por su parte, representa un fenómeno diferente. Con una capacidad de convocatoria envidiable y un discurso emocional que conecta con públicos amplios, Gebel tiene el potencial de captar a aquellos que buscan renovación sin entrar en la guerra política permanente. Su fortaleza radica en su infraestructura cultural y comunitaria: audiencias fieles, redes sociales, y una presencia territorial informal que muchos políticos tradicionales envidian.

Su lenguaje, basado en valores como la decencia, la familia y la esperanza, puede funcionar como un puente transversal. Aquellos que no soportan la agresión de la política actual, pero tampoco desean resignarse a la situación, podrían encontrar en Gebel una alternativa. Sin embargo, como señala el periodista Mario Pergolini, Gebel sigue siendo cauteloso: “Si me preguntabas hace dos años te decía que no. Hoy, no lo descarto”.

Este “no lo descarto” refleja la tensión entre el deseo personal y las responsabilidades políticas. A pesar de sus evidentes fortalezas, Gebel aún no ha dado el salto definitivo hacia una candidatura. Gobernar no solo es emocionar, sino también gestionar, definir prioridades y mantener una narrativa coherente. Si finalmente decide dar ese paso, necesitará complementar su poder de convocatoria con un proyecto de país sólido y bien estructurado. De lo contrario, su candidatura podría seguir siendo solo un deseo no concretado.

Marcos Galperín: El candidato poderoso que algunos imaginan

Marcos Galperín, el fundador de Mercado Libre, representa el arquetipo del gestor exitoso que podría seducir a un electorado cansado de los políticos tradicionales. Su figura encarna, para muchos, el modelo de “capacidad de gestión” que podría trasladarse a la política nacional. Su reputación, construida sobre una sólida visión estratégica, ejecución eficiente y presencia global, lo convierte en un candidato que simboliza modernidad productiva: tecnología, innovación, competitividad. En un país donde el Estado es asociado frecuentemente con la ineficiencia, y la política con el espectáculo, Galperín se presenta como una figura magnética: “si pudo administrar algo grande, tal vez pueda ordenar lo demás”.

Marcos Galperín

Sin embargo, Galperín no es un empresario “neutral” en la conversación pública. Sus opiniones y posicionamientos políticos suelen generar tanto adhesiones como rechazos, lo que añade complejidad a su perfil como posible candidato. Además, cuando su nombre aparece en los medios como “potencial postulante”, no solo es por su capacidad de gestión, sino porque algunos sectores del electorado buscan encarnar un rumbo pro-mercado con credenciales de ejecución.

Lo interesante en este caso es que, a pesar de las expectativas generadas, Galperín ha sido claro al respecto: no tiene interés en la política. En una entrevista con el periodista José del Río, calificó cualquier ambición política como “mito total”. Su negativa, por tanto, pesa significativamente, ya que corta de raíz las expectativas que otros habían formado en torno a su figura.

El problema de Galperín no es solo su falta de interés actual, sino lo que su negativa representa: la frustración de muchos que lo ven como el “salvador” estratégico que podría transformar la política argentina. Gobernar no es solo dirigir una empresa; el Estado administra conflictos sociales, intereses contrapuestos y demandas urgentes. Además, la política plantea cuestiones que son ajenas al mundo corporativo, como la preservación de la imparcialidad y la legitimidad.

En resumen, la figura de Galperín, aunque atractiva en términos de gestión, enfrenta una cuestión clave: ¿puede un empresario con ideas claras pero sin vocación política liderar un país con tantas necesidades estructurales? Sin una palabra propia que reafirme su voluntad de participar, lo de Galperín sigue siendo más una proyección externa que una candidatura concreta.

Federico González: El analista político que cruzó su propio umbral

A diferencia de los demás, Federico González ha cruzado su propio umbral y se ha presentado públicamente como un candidato real. Psicólogo, profesor universitario, investigador científico-tecnológico y analista político, González hizo pública su decisión de postularse a la presidencia en noviembre de 2025, destacándose por su enfoque pragmático y reflexivo.

La diferencia entre ser un “candidato posible” y un “candidato real” es clara para González: “El posible flota; el real cruza un umbral”. En su caso, ya ha tomado esa decisión y está dispuesto a enfrentar el costo de existir en público como candidato. En su libro “Cien propuestas para la Argentina que viene”, está plasmando su visión de país con propuestas claras, concretas y, sobre todo, operativas.

González basa su propuesta en un enfoque estructural y de solución: “La Argentina necesita menos teatro de ilusiones y más ingeniería de soluciones”. A través de sus propuestas, como una Revolución Educativa con enfoque STEM, un modelo de crecimiento económico dual y políticas de empoderamiento para madres jefas de hogares vulnerables, busca transformar de manera real y concreta la realidad del país.

Más allá de los gestos simbólicos, González destaca por la claridad y rigor de sus propuestas, y su mensaje es directo: “No le pido a nadie que me vote, pero sí le pido a todos que me escuchen”. Su llamado no es a la fe, sino al juicio crítico y al debate informado.

El arte de la decisión

Si afinamos la lupa, no estamos frente a una simple “ausencia de oposición”, sino ante un fenómeno más sutil: la inercia de candidaturas que parecen preferir navegar el mar del suspenso. Personas con capacidades reales quedan atrapadas en una zona gris, entre el deseo y el costo. Quieren incidir, pero vacilan ante el precio de exponerse.

En política, como en la vida, cuando el cálculo se convierte en refugio, el futuro se posterga. La decisión no es solo gritar más fuerte; es simplemente “decir sí o no” y sostenerlo. Por eso, la verdadera pregunta no es solo “¿te gustaría ser presidente?”, sino “¿estás dispuesto a existir como tal?”. Con una agenda, un equipo y un compromiso de trabajo real. En este sentido, Federico González ya está dando ese paso, y lo invita a la sociedad a discutir, contrastar y decidir.

Trabajo texual de Federico González

Dicen que no hay oposición, pero brotan candidaturas inesperadas

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