El Papa León XIV presidió este domingo por la mañana la Misa del Jubileo de la Espiritualidad Mariana en la Plaza de San Pedro, con la presencia de más de 50.000 peregrinos provenientes de más de 100 países.
En su homilía, el Santo Padre subrayó que la espiritualidad mariana tiene en Jesús su centro, y que a través de ella, los fieles son llamados a seguir su ejemplo de fe y dedicación.
En un momento especialmente conmovedor, la estatua original de Nuestra Señora de Fátima fue exhibida de manera excepcional en Roma. Ante esta imagen sagrada, el Papa recordó la importancia de mantener viva la devoción mariana popular. “Cada vez que contemplamos a María, queremos creer en el poder revolucionario de la ternura”, expresó el Pontífice, haciendo un llamado a vivir esta devoción de manera transformadora.
León XIV reflexionó sobre cómo la devoción a la Virgen María sirve al Evangelio, revelando su sencillez y guiando a los fieles a convertirse en verdaderos discípulos de Jesús. “Nuestro afecto por María nos lleva a unirnos a ella y meditar sobre los momentos en los que el Resucitado sigue viniendo a nosotros”, dijo.
La Espiritualidad Mariana y la Transformación Social
Durante su homilía, el Papa resaltó que la espiritualidad mariana no solo nos acerca a Dios, sino que también nos impulsa a un compromiso con la justicia social y el cuidado de los más necesitados. Citando el Magníficat, León XIV recordó que María alabó a Dios por “derribar a los poderosos de sus tronos” y “despedir a los ricos con las manos vacías”, lo cual invita a los cristianos a buscar la justicia con compasión y ternura.
León XIV también hizo un fuerte llamado a evitar las prácticas religiosas que pueden crear aislamiento y divisionismo. “La verdadera espiritualidad mariana nos lleva a encontrarnos con los demás, a compartir la alegría y el amor de Dios”, afirmó. En este sentido, hizo un llamamiento a no instrumentalizar la fe, recordando que “el camino de María nos acerca a Jesús y a los más necesitados”.
Un Llamado a la Conversión y la Renovación
El Papa concluyó su homilía con una reflexión sobre la necesidad de un cambio profundo en la vida cristiana. “Este Jubileo no es solo una celebración, sino un llamado a un tiempo de conversión, reflexión y liberación”, señaló. Encomendó a la Iglesia a la Santísima Virgen, pidiendo su intercesión para que todos los fieles puedan seguir el ejemplo de humildad y ternura de la Madre de Dios.
“Que María Santísima, nuestra esperanza, interceda por nosotros y nos siga guiando hacia Jesús, el crucificado”, concluyó el Papa León XIV en su oración final, invitando a todos a vivir con mayor fidelidad la verdadera espiritualidad mariana.