Las inundaciones en la provincia de Buenos Aires alcanzaron un punto crítico: más de 1.400.000 hectáreas están afectadas por el exceso hídrico, según un informe reciente de CARBAP (Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa). El distrito más comprometido es Nueve de Julio, con más de 162.000 hectáreas bajo agua, pero la situación se extiende a Carlos Casares, Bolívar y 25 de Mayo, entre otros.
Pablo Ginestet, secretario de CARBAP, dialogó en Despertate por Cadena Nueve, Maxima 89.9 y Visión Plus TV sobre la magnitud del problema y la falta de respuesta estatal. “Esto arrancó a fines de febrero y ya llevamos seis meses con una situación crítica. No sólo hablamos de hectáreas con agua, sino también de tierras inaccesibles y pérdidas futuras por la imposibilidad de sembrar”, explicó.
Un drama productivo, social y económico
Ginestet fue contundente: la afectación real duplica la cantidad de hectáreas con agua visible. “Si hoy contamos 160.000 hectáreas inundadas, la superficie afectada total supera fácilmente las 300.000. Hay caminos intransitables, lotes sin piso y una siembra de maíz prácticamente imposible”.
El impacto no es solo productivo. Escuelas rurales que no pueden funcionar, familias que abandonan los campos y economías locales al borde del colapso. “Estamos empezando a contabilizar las pérdidas futuras, porque los cultivos que no se siembren hoy no se van a cosechar mañana”, alertó.
Falta de obras, falta de voluntad
La falta de infraestructura hídrica es un reclamo histórico. Ginestet remarcó que el Plan Maestro del Río Salado —clave para el drenaje de esta cuenca— debió haberse terminado en 2012, pero hoy está a mitad de camino.
“Hay un tramo de 25 km en Roque Pérez que Nación dejó inconcluso. Eso frena todo el curso del agua. Pero lo más grave es que en la zona de Bragado, donde deberían iniciarse las obras que nos darían alivio, ni siquiera están listos los planos”, denunció.
Según el dirigente, la obra del Nodo Bragado —clave para derivar los excesos hídricos— está proyectada recién para dentro de cinco años. “No podemos esperar tanto. No es una obra compleja, lo que falta es decisión política y presupuesto”, dijo.
Mesas de diálogo, pero sin recursos
Mientras tanto, algunas localidades como 9 de Julio comenzaron a conformar mesas de coordinación entre productores, municipios y provincia. Pero Ginestet se mostró escéptico: “Tardaron cinco meses en hacer esta mesa. Bienvenido el diálogo, pero sin recursos concretos, es solo una foto”.
También reclamó que los municipios utilicen el dinero de la Tasa Vial para reparar caminos y que tanto provincia como Nación habiliten líneas de crédito accesibles. “Los productores no pueden pagar créditos con estas tasas. En una emergencia, se necesita financiamiento real, no burocracia”, afirmó.
Cambios en la vacunación contra la Aftosa: paso estratégico
En paralelo, Ginestet celebró la decisión del SENASA de modificar el esquema de vacunación contra la fiebre aftosa a partir de 2026. “Es algo que venimos pidiendo desde hace tiempo. Se reduce la cantidad de dosis aplicadas sin afectar el estatus sanitario del país. Es una buena noticia y un paso lógico”.
Reunión central en la Autoridad del Agua
Finalmente, el jueves 18 se realizará una reunión en la Autoridad del Agua para tratar las obras pendientes en la región. Ginestet fue categórico: “Estas reuniones solo sirven si aparece la plata. La obra del Salado debería haber empezado en 2002 y terminado en 2012. No se hizo por falta de voluntad política”
La crisis hídrica en el oeste bonaerense no es solo una cuestión del clima, sino una consecuencia directa de la desidia estructural y el abandono estatal. Mientras las lluvias siguen cayendo y las obras siguen esperando, la producción agropecuaria más importante del país se ahoga en barro y burocracia.