domingo, junio 29, 2025
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El “genoma económico” en Nueve de Julio: la planificación inteligente para romper con la anarquía del desarrollo improvisado

Escribe para Cadena Nueve, Gustavo Tinetti*

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En tiempos en que muchas decisiones parecen dictadas más por la urgencia que por la estrategia, que una ciudad decida mirar hacia adentro y preguntarse quién es desde lo productivo, lo comercial, lo laboral, es un acto político de madurez. La iniciativa de Nueve de Julio de lanzar un relevamiento integral de su actividad económica es mucho más que un censo: es la búsqueda de su genoma comercial e industrial, un concepto que, aunque suene técnico, tiene profundas implicancias humanas, históricas y filosóficas.

Desde el inicio de la civilización, las ciudades se planificaron. Desde Mesopotamia hasta las urbes modernas, nada de lo que hoy consideramos progreso surgió de la nada. La libertad sin dirección puede ser tan caótica como estéril. Donde no hay planificación, se improvisa. Y donde se improvisa, muchas veces se sobrevive, pero rara vez se crece.

El genoma económico de una ciudad no es otra cosa que su ADN productivo: qué hace, qué consume, qué podría hacer y no hace. En palabras de la Subsecretaria de Producción, Cecilia Fussari, conocerlo es vital para “definir políticas de formación, inversión, ubicación comercial y desarrollo productivo”. No se trata sólo de estadísticas, sino de comprender la lógica interna del territorio para que las decisiones públicas no se basen en intuiciones, sino en evidencia concreta.

Pensemos por un instante en el ejemplo que menciona Fussari: Nueve de Julio es una de las localidades que más consume pollo y huevo en la región, pero no produce ninguno. ¿Cómo se explica esa desconexión? ¿Qué pasaría si, en lugar de importar esas proteínas, se estimulara su producción local? Serían más empleos, más circulante interno, más soberanía alimentaria. Pero para llegar a esa conclusión primero hay que saberlo. Y para saberlo, hay que preguntar, medir, ordenar.

El censo que comenzará en julio no busca asfixiar a comerciantes o industriales con burocracia, sino empezar desde lo básico, con encuestas simples, para ir profundizando en las necesidades, capacidades y oportunidades del distrito. Es, en definitiva, una radiografía del presente para diseñar el futuro.

¿Y por qué es esto importante en términos sociales y políticos? Porque planificar es un acto de justicia. Cuando no se sabe cómo está distribuida la actividad económica, se corre el riesgo de imponer desarrollos forzados, de dejar zonas olvidadas o de favorecer a sectores ya consolidados. Una ciudad que conoce su genoma económico puede detectar vacíos productivos, nichos sin cubrir, rubros saturados y otros abandonados. Puede, además, promover el conocimiento, la formación, la investigación, el desarrollo territorial y hasta impulsar una nueva cultura del trabajo.

En un tiempo donde la palabra “libertad” se usa muchas veces como sinónimo de desregulación total, vale la pena recordar que la anarquía en la planificación no produce libertad, sino desigualdad, frustración y desorden. El verdadero poder nace del conocimiento: saber qué tenemos, qué nos falta y qué podríamos llegar a ser.

El desafío de Nueve de Julio es enorme, pero también inspirador. Porque si una ciudad mediana del interior bonaerense puede animarse a pensarse con datos, con ciencia, con estrategia, entonces hay una esperanza: la de que el desarrollo deje de ser una improvisación constante y se convierta en una construcción colectiva, consciente y planificada.

*Director-creador del Grupo-Multimedios Cadena Nueve-Periodista-Abogado-Consultor de Medios-Autor de: ‘Delitos en la Prensa’-La Plata,1983-‘La Noticia en Imagen’, Pamplona 1991-‘Lo Mejor de Dios, Ellas’, El Remanso, 2007

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