Hoy, 22 de septiembre, se celebra el Día Mundial de la Leucemia Mieloide Crónica (LMC), una enfermedad maligna caracterizada por la proliferación descontrolada de granulocitos en la médula ósea. La LMC es un tipo de cáncer que afecta a las células productoras de sangre y representa aproximadamente el 2.8% de los casos de cáncer diagnosticados en todo el mundo. La LMC se origina en la médula ósea debido a una alteración genética que involucra la translocación de los cromosomas 9 y 22, creando el cromosoma Filadelfia. Esto conduce a la formación de una proteína anormal que estimula la proliferación excesiva de granulocitos.
Los síntomas de la LMC pueden tardar en aparecer y pueden incluir fatiga, pérdida de peso, fiebre, debilidad, dolor óseo, sudores nocturnos y agrandamiento del bazo. El diagnóstico se realiza mediante un examen físico, análisis de sangre y estudios de médula ósea. La detección temprana es crucial para garantizar una buena calidad de vida. El tratamiento de la LMC ha evolucionado significativamente con la introducción de inhibidores de tirosina quinasa (ITK), que han demostrado ser eficaces en reducir la progresión de la enfermedad y mejorar la supervivencia. Algunos de los medicamentos utilizados incluyen imatinib, nilotinib, dasatinib y ponatinib.