La migraña es una patología neurológica que afecta a millones de personas en todo el mundo, caracterizada por episodios de dolor intenso y punzante, generalmente en un solo lado de la cabeza, acompañados de síntomas como náuseas, vómitos, intolerancia a la luz y sonidos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la migraña afecta a un 14% de la población mundial, es decir, 1 de cada 7 personas, siendo más frecuente en mujeres entre 20 y 50 años. Aunque no se comprenden completamente, se sabe que la genética y factores ambientales están entre los desencadenantes. Algunos de los factores que pueden llevar a una migraña incluyen cambios hormonales, estrés y ansiedad, alteraciones del sueño, ingesta de ciertos alimentos y estímulos sensoriales intensos.
El abordaje terapéutico de la migraña se divide en tratamiento agudo, preventivo y medidas higiénico-dietéticas. El tratamiento agudo incluye medicamentos que se toman al inicio del dolor para reducir su intensidad o detener la crisis, mientras que el tratamiento preventivo busca reducir la cantidad e intensidad de las migrañas. Las medidas higiénico-dietéticas, como mantener horarios regulares de sueño, hidratarse bien y practicar ejercicio físico regular, también son fundamentales. Además de los tratamientos farmacológicos, el autocuidado y la aceptación de la afección son fundamentales. Mantener rutinas de sueño y alimentación, hidratarse correctamente, practicar ejercicio físico regular y aplicar técnicas de relajación pueden ayudar a reducir el riesgo de crisis.