“Soy inquieta, me gusta hacer, ayudar, sumar. No me fijo en el cargo que tengo, sino en lo que se necesita.” Así se definió Brenda Schmidt, candidata a consejera escolar por Somos Buenos Aires, en una entrevista concedida al programa Despertate, que se emite por Cadena Nueve, Máxima 89.9 y Visión Plus TV. En una charla sincera, dejó ver su esencia: el compromiso social, el amor por la educación y una mirada positiva incluso frente a la adversidad.
Alejada de los cánones tradicionales de la política, Brenda admite que no viene de ese mundo, pero su vocación de servicio la llevó a involucrarse: “No lo pensé mucho cuando me lo propusieron, porque creo que es el camino para sumar desde otro lugar. Quiero aprender y aportar”.
Criada en una familia de trabajo y vocación, Brenda reconoce que su camino educativo fue una herencia silenciosa: “De mamá tomé la parte educativa, aunque al principio decía que no iba a ser docente. Quería ser de todo: arquitecta, diseñadora gráfica, médica. Pero finalmente entendí que lo mío era la docencia. Y mamá tenía razón”.
Actualmente divide su tiempo entre el colegio privado Jesús Sacramentado y la Escuela N°13, del ámbito público. “Vivo dos realidades distintas. Por eso quiero involucrarme: conozco lo que hace falta y quiero trabajar para que la educación no sea una cuestión de suerte o de contexto”, señala.
Sobre su vínculo con los estudiantes, Brenda destaca la importancia de escuchar: “A veces dejo un poco el contenido para saber cómo están, qué les pasa. Creo que desde ahí también se construye una educación que deje huella”.
En un momento de la entrevista, se le plantea la reflexión de que “la grandeza de un país está en la formación y vocación de servicio de sus habitantes”. Ella asiente y agrega: “Todo empieza por la educación. Nos tiene que salvar. Y hoy veo a muchos chicos desmotivados, con poca curiosidad. Nos toca a los adultos mostrar con el ejemplo, ayudar a que recuperen el entusiasmo por aprender y crecer”.
A pesar de las dificultades personales —como haber sido víctima recientemente de una estafa virtual que la dejó sin recursos— Brenda no pierde el eje ni el optimismo: “Fue durísimo, pero con el apoyo de mi familia, amigos y compañeros salí adelante. Siempre detrás de la nube, el cielo es azul”.
Convencida de que el cambio se hace entre todos, afirma: “No se trata de convencer con palabras, sino con acciones. Somos un equipo, y todos —desde los candidatos hasta los vecinos— tenemos que poner nuestro granito de mostaza”.
Por último, frente a la grieta persistente entre lo público y lo privado, entre lo político y lo ciudadano, Brenda propone un enfoque ecléctico y conciliador: “No soy de un lado ni del otro. Soy de hacer. No me interesa discutir desde un extremo, quiero ser puente, sellar esa grieta con trabajo”.
Su postulación no viene con promesas grandilocuentes, sino con hechos cotidianos, compromiso genuino y el deseo profundo de contribuir a una comunidad más unida, más justa y con educación de calidad para todos. Esa es Brenda Schmidt, una mujer que eligió estar donde más se la necesita.