Este pasado 6 de agosto se cumplieron 80 años del bombardeo atómico sobre Hiroshima.
En 1945, Japón estaba devastado: dos ciudades arrasadas por bombas nucleares, millones de muertos tras una guerra, su economía colapsada y su infraestructura reducida a escombros.
En ese mismo año, en el otro extremo del planeta, Argentina era uno de los países más prometedores del mundo, con una economía sólida, una población alfabetizada, una gran producción agrícola y una posición internacional envidiable. Ninguna guerra la azolaba.
Hoy, ocho décadas después, Japón es una de las potencias económicas y tecnológicas más relevantes del planeta. Y Argentina, en cambio, atraviesa una de las crisis más profundas de su historia contemporánea. ¿Cómo se explica esta divergencia tan brutal?
Japón: del horror nuclear al milagro económico
El 6 y 9 de agosto de 1945, las bombas de Hiroshima y Nagasaki marcaron el final de la Segunda Guerra Mundial para Japón. El país quedó en ruinas: 210.000 personas murieron, miles más quedaron heridas o sufrieron los efectos de la radiación, y la moral nacional estaba destrozada. Sin embargo, a pesar del trauma, Japón emprendió una reconstrucción que asombró al mundo.
Impulsado por reformas estructurales, inversiones en educación, innovación tecnológica, disciplina social y una fuerte ética del trabajo, el país experimentó lo que se conoce como el “milagro japonés”. En los años 60 y 70, su economía creció a tasas récord. Se convirtió en líder mundial en electrónica, automóviles y robótica, y hoy es la tercera economía más grande del planeta. Japón no solo reconstruyó lo que la guerra destruyó: se reinventó como sociedad, como cultura y como potencia.
Argentina: de promesa mundial a crisis crónica
En 1945, Argentina estaba intacta. Había sido neutral en la guerra, tenía reservas de oro, una economía agrícola floreciente, una clase media creciente, universidades reconocidas y un nivel de vida similar al de varios países europeos. Buenos Aires era cosmopolita, moderna y culturalmente influyente. La Argentina tenía todo para despegar. Pero no lo hizo.
En lugar de apostar por la institucionalidad, la planificación y el desarrollo a largo plazo, el país cayó en ciclos de inestabilidad política, golpes militares, trampas electorales, crisis económicas y una grieta social cada vez más profunda. La inflación crónica, el endeudamiento, la pérdida de confianza en la moneda y el Estado, y el éxodo constante de talentos han sido síntomas de una enfermedad estructural que se repite.
Hoy, en 2025, el país enfrenta una situación límite: más del 50% de su población vive en la pobreza, su economía no logra estabilizarse, la inseguridad crece y millones de jóvenes buscan futuro fuera de sus fronteras. A 80 años de haber estado en una posición ventajosa, Argentina mira hacia atrás preguntándose en qué momento perdió el rumbo.
Dos caminos, una gran lección
La comparación entre Japón y Argentina no busca romantizar a uno ni demonizar al otro, pero sí sirve como espejo.
Japón mostró que, aún tras una catástrofe total, es posible reconstruir y avanzar si hay visión, unidad y responsabilidad. Argentina, en cambio, demuestra que el deterioro también puede ser autoinfligido, cuando se desperdician oportunidades, se socavan las instituciones y se apuesta al cortoplacismo.
El paso del tiempo no garantiza el progreso. Ochenta años pueden ser suficientes para levantarse de las cenizas o para consumirse en ellas.
El caso argentino interpela: ¿será capaz de aprender de su historia y cambiar su destino, o seguirá siendo una promesa eterna que nunca se concreta?
Todo dependerá de su pueblo y los guiadores de diseñar un proyecto común y trabajar en consecuencia para poner al país, al sur de Bolivia, en el camino de desarrollo y crecimiento que se merece.
*Director-creador del Grupo-Multimedios Cadena Nueve-Periodista-Abogado-Consultor de Medios-Autor de: ‘Delitos en la Prensa’-La Plata,1983-‘La Noticia en Imagen’, Pamplona 1991-‘Lo Mejor de Dios, Ellas’, El Remanso, 2007-
Sin duda arrojar bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki fueron genocidio, más allá de la atrocidades que cometió Japón; por ejemplo en China en 1937, donde murieron entre 100.000 y 300.000 seres humanos. Estados Unidos no necesitaba arrojar las bombas sobre poblaciones japonesas…con arrojar una bomba en el mar frente a Tokio, hubiera sido “suficiente”, Japón se hubiera rendido al imaginar eso sobre seres humanos. Comentarios que no fueron reconocidos por EEUU. dicen que se queria verificar su poder destructivo sobre humanos.
Más allá de esta atrocidad, Argentina le declara la guerra a Alemania y Japón el 27 de marzo de 1945 (decreto 6945/45). El fallecido Juan D. Perón fué vicepresidente de facto de la Argentina desde 8-7-1944 hasta 10-10-1945.
Como acotación a la decadencia de nuestro país que se expresa en la nota, yo siempre digo que cuando en China, los “Tigres Asiáticos” inclusive Japón, pasaban hambre, en Argentina se fabricaba todo lo que hoy (y desde hace varios años) se importan desde esos países.