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León XIV inicia su papado con un llamado a la unidad y al servicio con un grito universal: “Es la hora del amor”:

En una emotiva ceremonia en la Plaza de San Pedro, el nuevo Sumo Pontífice asumió marcando el comienzo de una nueva etapa para la Iglesia Católica centrada en el amor, la misión y la fraternidad

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En una soleada mañana que congregó a miles de fieles, autoridades eclesiásticas y civiles en la Plaza de San Pedro, el papa León XIV presidió la misa solemne que marca oficialmente el inicio de su pontificado. Entre aplausos y gestos de emoción, el nuevo Pontífice proclamó: “Esta es la hora del amor”, en una homilía que delineó su visión pastoral y espiritual para la Iglesia Católica en el siglo XXI.

La ceremonia – curiosamente el papa Juan Pablo II había nacido un 18 de mayo – comenzó con una oración privada en la tumba del Apóstol San Pedro, en la Basílica Vaticana, acompañado por los Patriarcas de las Iglesias Orientales. Desde allí, el Evangeliario, el Palio y el Anillo del Pescador —símbolos del poder espiritual y pastoral del Obispo de Roma— fueron llevados en solemne procesión al altar dispuesto en el atrio de la plaza, mientras el coro entonaba la letanía de todos los santos.

Uno de los momentos más significativos del rito fue la entrega de las insignias episcopales. El cardenal Mario Zenari colocó sobre los hombros de León XIV el Palio, símbolo del buen pastor, y el cardenal Luis Antonio Tagle le entregó el Anillo del Pescador, emblema de su sucesión apostólica directa con Pedro.

Luego, doce representantes del Pueblo de Dios —entre ellos, el cardenal brasileño Jaime Spengler— se acercaron al Papa para realizar el tradicional gesto de obediencia, en representación de la universalidad de la Iglesia.

Durante su primera homilía como Papa, León XIV se presentó con humildad: “He sido elegido sin ningún mérito y, con temor y temblor, vengo a ustedes como un hermano que quiere ser servidor de su fe y de su alegría”, expresó, recibiendo una ovación espontánea de los fieles presentes.

Con un lenguaje pastoral cercano, el Papa delineó las prioridades de su pontificado: “Con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera que abra los brazos al mundo, que anuncie la Palabra, que se deje perturbar por la historia y que se convierta en fermento de concordia para la humanidad”, exhortó.

El lema no oficial que ha comenzado a circular tras sus palabras finales —“esta es la hora del amor”— ya resuena como la guía espiritual de este nuevo capítulo en la historia del catolicismo. León XIV, quien ha optado por un tono fraterno y cercano, busca una Iglesia más inclusiva, en diálogo con el mundo y profundamente arraigada en el mensaje esencial del Evangelio: el amor como camino y destino.

Con este primer gesto, León XIV abre su pontificado proponiendo una Iglesia que, en sus palabras, “sepa caminar unida como una sola familia”.

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