En la Navidad como expresión de máxima deseamos Felicidad!

De máxima, enviamos y recibimos deseando Felicidad!.

Es una aspiración de máxima que ha veces no logra alcanzarse.

Que en esta navidad, al celebrar el nacimiento del Niño Jesús, procuremos que vengan buenos encuentros. Auténticos, como el Niño Dios.

Sin imposiciones de felicidad ni de festividad, el encuentro con otro se vuelve más posible.

Que seamos la esperanza activa que tanto pedimos. Que podamos ser parte de lo que deseamos en nuestro entorno, con lucidez, hermandad, respeto y voz propia.

Que la celebración no nos aplasten. Que más que la fecha, nos rijan el deseo y la importancia de estar en familia. No importan tanto los balances, sino más bien, aprender a balancearse en el torrente de lo que mueve nuestro interior, y la familia es contenedora y siempre acepta con bondad y generosidad; y disimula equívocos.

Que nadie quite la posibilidad de crear espacios para sagrados rituales o los cada uno genere, con sinceridad, respeto y hermandad. Entre la marea de las costumbres, lo íntimo y singular puede abrir la puerta a lo más hermoso.

Que antes de pensar un ritual de felicidad y festividad, cada uno pueda ser libres y auténtico.

La Navidad – natividad – en su esencia de  renovación interior permita que cada uno se anime a abrir esa puerta que nunca se abrie a los otros. Quizá esa sea la verdadera fiesta feliz.

Que el amor marque el rumbo.

Que vengan tiempos buenos.

Y desde ese camino de construcción se llegue a decir Feliz Navidad!.