
La dieta de los argentinos se compone de tres tipos de carne: bovina, aviar y porcina. En 2015 los argentinos consumimos 59,4 kilos de carne vacuna por habitante por año, 46,8 kilos de pollo y 11,4 kilos de cerdo, totalizando 118 kilos anuales por habitante, señala DEUCO en un mensaje donde detalla la merma del consumo.
En los 10 primeros meses de 2019, ese consumo disminuyó a 110 kilos/hab/año: 51,8 kgs de carne vacuna, 43 kgs. de pollo y 15 kgs. de cerdo: 110 kilos/hab/año.
La caída del consumo de carne bovina a 51,8 kilos /hab/año, alcanza su nivel más bajo desde 1958 : nunca se consumió menos carne vacuna que en 2019.
Una de las razones que justifica la caída es el aumento del 153% del precio de la carne vacuna, durante la gestión de Macri, sumado al deterioro del poder adquisitivo de la mayoría de los argentinos, afectados por la inflación, los tarifazos en los servicios públicos, los bajos incrementos salariales y jubilatorios, etc.
Algo similar sucedió con la carne de pollo: el aumento del precio al consumidor entre enero de 2016 y octubre de 2019,fue del 195 %. Un kilo de pollo costaba entonces $ 32,66 y hoy vale $ 96,36. Por esa razón, el consumo por habitante de carne de pollo, no aumentó respecto a 2015, sino que disminuyó: en 2015 el consumo/hab/año fue 46,8 kilos y en 2019 es de 43 kilos, tal como se demuestra en el cuadro precedente.
Al igual que las otras carnes, el cerdo también tuvo un crecimiento importante del precio al consumidor: en el período enero de 2016 –octubre 2019, el incremento fue del 171 %. El pechito de cerdo costaba $ 84.93 en 2016 y en octubre 2019, su precio fue de $ 230,37, según informa CICCRA, la cámara de la industria. Sin embargo y pese al aumento del precio, la carne porcina es la única que viene creciendo en el consumo de los argentinos: en 2015 fue 11,4 kilos/hab/año y en 2019 es de 15 kilos/hab/año.
En este contexto, de caída del consumo de los distintos tipos de carne, que afectan a millones de hogares argentinos, los ganaderos y los industriales de la carne festejan el record de exportaciones de carne vacuna y el sustancial aumento del valor de exportación en dólares y la caída de la demanda local como una oportunidad para sumar kilos al ganado en pie.
En setiembre de 2019, la industria frigorífica vacuna logró un nuevo récord en exportaciones de carne vacuna. Desde enero hasta la fecha van exportadas 659.000 toneladas de carne; supera largamente el récord de 2005, cuando se exportaron 608.000 toneladas. La facturación por lo exportado ascendió a 298,2 millones de dólares; creció un 70,5% respecto al mismo mes de 2018. El precio promedio fue de 3.699 dólares por tonelada de res con hueso, lo que al cambio del último día de setiembre ( $ 58,95 ) equivale a $ 218.056 la tonelada.
Lo mismo sucede con los actores de la cadena avícola, que también se han favorecido con el aumento del precio en el mercado interno, el incremento de las exportaciones y el precio en dólares obtenido. El consumo de pollo se vino incrementando desde 2007 hasta 2015 en forma ininterrumpida; sin embargo a partir de 2016 y con los sucesivos aumentos del precio al consumidor el crecimiento del consumo se detuvo y fue descendiendo hasta el actual de 43 kgs/hab/año.
Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas de Procesadoras Avícolas (CEPA) afirmó: “Si se repiten los números del primer semestre, este año vamos a estar en el orden de las 85 a 90 mil toneladas de exportaciones a China, un número muy importante. Calculamos una venta de entre 280 y 300 mil toneladas de producto a todo el mundo para este 2019. En 2015 las exportaciones sumaron 244.666 toneladas.
Por su parte, también la producción ganadera festeja el aumento del precio de la hacienda; el 1 de noviembre el diario La Nación, informaba que el precio promedio general de toda la hacienda comercializada fue de $78,077, el kilo vivo. El incremento del precio de la hacienda fue del 22% en el término de un mes: En octubre el precio promedio fue de $ 64 el kilo vivo y en noviembre de $ 78,077, equivalente en dólares a 1,2383 dólares por kilo.
Todo hace suponer que la baja del consumo de carne acrecienta la oportunidad para que otro sector alimenticio cubra esa demanda, principalmente las pastas secas. Sin embargo el consumo de fideos secos que para 2018 fue de 8,5 kgs/hab/año, viene cayendo y según los sectores de la producción en este año 2019, podría estar debajo de los 8 kgs/hab/año, muy lejos de lo registrado en el año 2016 cuando el consumo per cápita era de 9,1 kgs/hab/año, ubicándose entre los seis territorios que más pasta consumían en el globo.
El diario La Nación, informaba el 26 de mayo de 2016, “ Los argentinos están entre los que comen más pasta en el mundo” : El consumo de fideos frescos y secos per capita en el país es el sexto del mundo, con 9,1 kilos por año; en Italia se comen 24,9 kilos de pasta por persona al año
Desde el sector empresario manifiestan que en este 2019, Argentina tiene un consumo per cápita de pastas secas y frescas cerca de los 8 kilos y con posibilidad de terminar debajo. Ya lejos quedaría el promedio de los 8,5 kg de 2018 que aún así es mucho menor que los 9 registrados hace dos años.
Este producto también ha sufrido un incremento de precios extraordinario en el último año 2018; cuando la inflación anual fue del 50,4% los fideos se incrementaron 115,4%, según reconoce UIFRA, la Cámara que representa a los industriales fideeros. Comparando los datos de abril 2016 y setiembre 2019, según el INDEC, los fideos secos se incrementaron un 219%; costaban $ 16,13 y ahora $ 52,45.
Dentro del consumo interno los fideos secos de menor precio, captan el 48% del mercado, las grandes marcas solo un 7%, según un informe de Kantar Wordpanel.


