Cuando ocurre una situación en la que los recursos son insuficientes para cubrir todas las necesidades simultáneamente, obligando a elegir entre opciones igualmente insatisfactorias, es similar a cómo con una manta corta, se debe decidir si cubrir la cabeza o los pies, pero no ambos.
La reacción de los productores agropecuarios ante la situación hídrica es propia de la que está ocurriendo con todos los sectores de la economía: para colmo, la situación de los productores es precaria sin las inundaciones. Estas, valga la redundancia, rebalsaron el recipiente de la paciencia.
La reacción es el último paso: luego ocurre algo peor. Empresas que declaran quiebra, desempleados sin indemnizaciones. Desocupación.
Claro que ocurre desde 2014, acelerándose a distintos ritmos desde entonces: la particularidad de hoy es que, Milei, superó la velocidad de destrucción (déficits de superávits) de Alfonsín y De La Rúa, juntos.
Situándonos en una posición exageradamente incómoda, no solo por lo novedosa, sino porque seguimos pensando los problemas nuevos con resoluciones antiguas: como si pretendiéramos abrir una puerta de cerradura biométrica con un cortafierro y una masa.
Agregando que, todos los sectores de la economía están en el mismo lugar de crisis: donde todas las soluciones son malas.
La Sociedad Rural Argentina se está moviendo con cautela, por el tamaño de la crisis: si no, habría otro presidente (¿Villarroel?). Mientras, el vicepresidente Marcos Pereda intenta aquietar las aguas, pero la presión aumenta ¿qué otra cosa sería el triple homicidio de Lara, Brenda y Morena, que intentan situarlo solo como feminismo para que no se note el mismo malestar que en los productores y la SRA, en las cúpulas policiales por un lado y en las cúpulas de las fuerzas armadas por el otro?
El país está como un recinto confinado con atmósfera explosiva y al no contar con cuadros políticos que puedan clasificarla como zona de riesgo, la chispa puede ser cualquier cosa: especialmente aquellas de los sectores que tienen la alimentación asegurada; los que no, luego hacen de onda expansiva.
Es necesario, rápidamente, considerar a todos los problemas como el mismo problema, y tratar de orientarnos como se hace en una catástrofe: para poder maniobrar en ella cuando ocurra. Si no ocurriera (improbable a esta altura), se habría tonificado la musculatura para dejar de ignorar tanto en tantos niveles de los tres poderes del Estado.