En un contexto económico y social adverso, donde la gestión pública se vuelve un ejercicio de resistencia más que de expansión, María José Gentile viene desde su asunción encarnando un modelo de liderazgo poco común: médico de profesión, austera, comprometida, que evita el ruido político y pone el foco en la acción concreta.
Sin embargo, en la última elección o pulseada política, su manera de trabajar sufrió una derrota. Y la pregunta inevitable es: ¿por qué perdió la médica que llego a la Intendencia con el mayor caudal de votos que se ha logrado desde el ’83 a esta parte y es la primera mujer que gobierna Nueve de Julio?
Pero quizás la pregunta más profunda sea otra: ¿estamos entendiendo lo que representa?
Un cambio de época que no se ve (o no se quiere ver)
María José Gentile no responde a los moldes tradicionales.
No hace política desde la confrontación ni desde la rosca.
No busca visibilidad mediática con frases grandilocuentes ni responde públicamente a cada crítica.
Su forma de hacer política es otra: la del trabajo diario, muchas veces silencioso, desde adentro, con los recursos que hay (que son pocos), y con una premisa clara: cuidar lo público y decir no a quienes se acercan a cambio de dádivas, por decirlo elegantemente. Va a misa y ora parada o en el ultimo banco, deja de lado el espacio ‘de privilegio’, hace cola en los comercios a los cuales concurre y participa de actos donde interrumpe su alocucion para atender al descompesado. Corre en su auxilio. No anda con sequitos o gardaespaldas, lleva a su hija a la escuela como una madre más cada mañana temprano, para el final del día ayudar en las tareas escolares. No saca ni titulos academicos, ni ‘chapa’ de intendenta. Luce con sencillez, pulcritud, humildad y sin maquillajes, lo que significa en comunicación neurolingüística, no loculta su realidad ni su ser. Es simbolo de transparencia.
En tiempos donde la política muchas veces se reduce al show, a la grieta, a la pelea por redes, o al arreglo, lo que ofrece María Jose Gentile es contracultural: gestionar, no prometer. Trabajar, no confrontar. Ser responsable en lugar de efectista, y no tranzar.
Y sin embargo, no parece alcanzar.
La crisis, las urgencias y la impaciencia
La caída de la coparticipación, la inflación, los recortes provinciales, la ausencia de Nación, la emergencia hídrica, el deterioro de caminos rurales, el abandono de rutas nacionales, la falta de respuestas de otros niveles del Estado. Gentile asumió esta tormenta con una lógica austera y transparente: bajó su sueldo, revisó contratos, pidió maquinaria, convocó comités, gestionó y golpeó puertas en Nación y Provincia. Pero la ciudadanía exige resultados inmediatos, visibles, palpables. Y si no los ve, castiga, auqnue sepa de los silencios de esferas superiores. Le exige todo, incluido lo que no le corresponde.
En ese clima, se impone una conclusión amarga: hacer las cosas bien no siempre significa ganar.
Gobernar con honestidad y sin marketing no siempre se premia, y mucho menos cuando se le dice a un gremialista o político que, lejos de defender los intereses de los trabajadores o de la ciudadanía que representan, “gracias por su atención, en esta ocasión no dejaré propina, pero aprecio su buen servicio”. Eso, en este ‘cambio de época’, es lo que quiere el buen vecino, pero luego mira para otro lado, no acompaña ese cambio o transparencia que le pide a políticos, gremialistas y la lista sigue. Ahí está la médica: fiel a sus convicciones éticas, que no cuentan en las viejas estructuras que todos piden cambiar, pero luego hacen ‘oso’ cuando las ven en acción.
No perder el rumbo
La jefa comunal de Nueve de Julio sigue gobernando, trabajando y gestionando en medio de un escenario muy complicado. Lo hace sin victimizarse, sin exponer al municipio a peleas estériles. Pero si no se reconoce esa forma de liderazgo, si no se valora ese estilo sobrio y comprometido, se corre el riesgo de volver a formas de hacer política que priorizan el ruido sobre la acción, con poca transparencia por no decir nada, y donde las confrontaciones desgastan y enojan a la ciudadanía.
Tal vez perdió una elección o apoyo circunstancial. Pero representa algo que el sistema político necesita con urgencia: coherencia, honestidad y sentido del deber público. Ojalá se entienda a tiempo, y no cuando falte.
El cambio de época, en términos humanos, es hacer el bien o el mal.
Los médicos siempre buscan lo mejor para sus pacientes, incluidos los de los cuadros terminales.