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Un altar de palabras para García Lorca, a 92 años de su arribo a Buenos Aires

Campos Castigados revive la figura del poeta andaluz desde la poesía y la emoción: una elegía que recorre su infancia en lectores lejanos, su asesinato en Granada y la persistencia de su voz como acto de resistencia frente al olvido en la mirada de la poeta Belén Rouco.

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Federico García Lorca

Belén Rouco, “Pasajera Eterna”, convierte su vínculo con la danza española en un altar de palabras para Federico García Lorca. Campos Castigados es elegía y resistencia: memoria viva, libros con “gotas rojas” y un corazón que devuelve a Federico al presente.

A 92 años de la llegada de Federico García Lorca a Buenos Aires, la poeta y bailarina Belén Rouco lo homenajea con Campos Castigados, un poema en verso libre que fusiona biografía, historia y arte como acto de memoria activa. Rouco, formada desde los diez años en danza española en el Círculo Andaluz de La Plata, llegó a Lorca primero a través del cuerpo —la danza—, para luego abrazar su literatura como refugio y guía.

El poema es una elegía que inicia en la infancia de la autora y se proyecta hacia el presente con una intensidad lírica conmovedora. “Aterrizó en mi infancia / para luego estallar dentro de la adolescencia enamorada”, confiesa la voz poética. La irrupción de Lorca transforma el mundo de la hablante, lo ilumina, lo salva. Pero también lo atraviesa la tragedia: “Un demonio dice que lo tenían que matar”. La figura de Lorca vuelve entonces como herida colectiva: Granada, el fusilamiento, los libros abiertos con “gotas rojas”.

Rouco condensa en una imagen poderosa el peso de la violencia sobre la cultura: “Demasiados campos castigados”. Su Lorca no es solo el hombre, ni siquiera sólo el poeta, sino también el símbolo de una lucha por la belleza, por la palabra viva frente a la censura y la barbarie. La poeta discute con las sombras que insisten en la ausencia y afirma: “Yo lo siento VIVO en mi corazón que ya es un altar”.

El poema trabaja con anáforas rítmicas (“Recité, canté, bailé”), metáforas corporales y un montaje temporal que enlaza la memoria individual con la historia colectiva. Está pensado para ser dicho, recitado, acompañado por guitarra o palmas, como si volviera al tablao de su infancia en La Plata.

Un viaje poético que interpela el presente

Rouco, radicada hoy en San Telmo, firma como “Pasajera Eterna”, un seudónimo que remite al motivo del viaje: del cuerpo al poema, de la infancia a la historia, de La Plata a Granada. Recuerda la visita de Lorca a la Argentina en 1933 y su regreso trunco, como una herida que todavía arde. En ese gesto se inscribe Campos Castigados, no solo como homenaje, sino como resistencia poética.

“Recordar para que Federico —y lo que representa— siga vivo en el centro del corazón”, dice la autora. Porque allí, donde late el arte y la palabra, la poesía todavía florece.

Belen Rouco-Bailarina-Poeta

«Campos Castigados» (A Federico García Lorca)

Aterrizó en mi infancia
Para luego estallar dentro de la adolescencia enamorada
Alumbró senderos oscuros derribando ante estos ojos infinidad de muros
Recité, canté, bailé
Soñé un mundo mejor sólo a través de él
Hoy, tormenta tras tormenta…
Un demonio dice que lo tenían que matar
Caigo completamente herida
Amargura y calle, lágrima y Olivo
Sí, corazones destrozados
El cielo pronuncia «Federico»
Viajo hacia atrás
Llego a Granada ensangrentada
Lo veo arrestado… asesinado… enterrado
Demasiados campos castigados
Memorizo todas las maldiciones
Por ejemplo libros abiertos con gotas rojas sobre ellos
Rezo sin dejar de llorar
Aunque ciertas sombras repitan «no está»…
Yo lo siento VIVO en mi corazón que ya es un altar.
                                                                                                                               Pasajera Eterna – Belén Rouco-

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