Este viernes la comunidad de Morea con amplia participación eligió el nombre de la Escuela Secundaria Nª 14 y una vez cumplimentados los pasos administrativos, cuando la cartera de educación bonaerense saque la resolución, se llamará Elena Josefa Domínguez.
La mujer que comenzó a dedicar su vida a la docencia desde 1953, dejó un recuerdo importante en la comunidad.
Además, su entrega de servicio y la educación la convirtieron en catequista.
Sus condiciones, preparación y vocación la llevaron a la dirección de la Escuela Primaria Nº 16.
Uno de los alumnos de ese establecimiento educativo, José Francisco Giúdice, hoy médico y odontólogo, radicado en Italia cuenta a Cadena Nueve que la ‘Señorita Elena fue una maestra recta, comprometida y solidaria, no solo para con la escuela y sus alumnos, sino también para la comunidad. Era respetada y querida’.
Transcurría el año 1967, recuerda el odontólogo que sigue los sucesos de su natal Morea, como si fuese un vecino que habita a diario la comunidad:
‘Cierto día, Armando Carena, un compañero que llegaba a caballo desde la Estancia la Bellaca, lo hizo en un nuevo animal. Lo ató como de costumbre en un solar para ello pegado al patio de la escuela’.
‘En el último recreo – sigue el relato -se da cuenta que el caballo se había soltado y saltamos el alambrado y salimos a buscarlo’. ‘Estaba cerca pero no se dejaba agarrar y comenzó a caminar hacia la estancia. Nosotros atrás, logramos sujetarlo a unos dos km. Entre la ida y la vuelta regresamos a la Escuela, cuando todos se habían ido’.
‘Nos esperaba la Directora’, recuerda el alumno de entonces. ‘Al llegar y contar lo sucedido nos puso después de hora y la sanción por irnos sin avisar, fue barrer la escuela’.
‘Toda vez que no llegaba a mi casa, mi padre fue en mi búsqueda, reseña Francisco José – en el pueblo le decían Pepe y luego en San Agustín donde hizo la secundaria, Charo- y al arribar a la querida Escuela 16, se enteró de la sanción que estaba cumpliendo’. Quería reprenderme y la directora, le dijo que ‘su hijo hizo una buena acción de compañerismo y solidaridad, pero se había ido sin autorización y de ahí la sanción’.
‘Cuando llego a mi casa, mi padre, estaba enojado y quería reprenderme. Le hablé hasta que comprendió’, señala el profesional.
Con los años, recuerda la anécdota, ya que la directora tenía en claro que lo hecho fue un gesto de ayuda al compañero para rescatar el caballo, medio de movilización para llegar todos los días a la escuela. No aceptaba que la ida de la clase fue sin consultar o autorización – sigue vigente la disposición-. ‘Ella era la responsable de nosotros y nos cuidaba con dedicación y esmero’.
Además, recuerda Giúdice, que escribió sobre la historia de la localidad y a la escuela.
Hoy se la inmortaliza con gran cariño, no solo por sus enseñanzas, sino también porque transmitía valores importantes como la solidaridad y el respeto a la libertar y los derechos de los niños.
Su gran actividad educativa y su paso por la comunidad vive en la memoria y el recuerdo de la localidad.
‘Fue muy importante para mí y mi generación’, concluye este médico de Morea, hoy en Italia.