
En las últimas horas se han vivido en Nueve de julio dos hechos, aunque aislados, apuntan al mismo fin. Crear tensión o malestar social e incomodar a la estructura del justicialismo con representación en el Concejo Deliberante, es decir, reconocido por el pueblo con sus votos.
El primer episodio está referido a un grupo de familias que el pasado lunes caminaron por algunas calles de la ciudad de Nueve de Julio reclamando una vivienda digna o que se le mejorase el actual hábitat. Terminaron su derrotero frente a la Municipalidad para ser escuchados.
Lo hicieron desde el derecho de potincar que tiene cualquier vecino, por el solo hecho de vivir en este suelo y lo garantizan las constituciones, nacional y provincial. El grupo era reducido capaz de marchar en una calzada de la calle sin necesidad de vulnerar otro derecho constitucional, como es el de transitar. Ambos tienen igual rango en las cartas magnas referidas, sin embargo, uno avasalla al otro. Tema que alguna vez se resolverá.
Sobre este reclamo el Ejecutivo Municipal fue categórico. Quienes sean usurpadores no tendrán asistencia oficial, ya que el estado comunal no puede legitimar una acción contraria a derecho y que tiene encuadre en el Código Penal, como figura de delito. El Intendente en esto fue categórico.
El segundo hecho está vinculado a un cartel donde se hace referencia a la ida del Presidente de la Nación en un helicóptero. Un símil con la huida de otro ex mandatario nacional en el comienzo del presente siglo. Al mensaje se le pone nombre y apellido ‘P’ y ‘V’ de ‘Perón Vuelve’, o con lectura moderna, ‘Vuelve el Peronismo’.
A sectores que siguen con atención los hechos políticos de la ciudad y la región, señalan que el mensaje –pasacalle- aparece en forma contemporánea con el reclamo de vivienda en la marcha del lunes 30 y la presencia de un referente gremial de Trenque Lauquen, quién en su momento tildo ‘de traidor’ a Julián Domínguez, a sabiendas de sus vínculos políticos y afectuosos o humano con familias nuevejulienses, más allá de la política. Algunas fuentes indican que fue hombre de un Intendente de Quilmes con sangre nuevejuliense. Involucrar a un hombre que fue funcionario de un gobierno de la democracia, con conductas desestabilizadoras flaco favor se le hace a la institucionalidad.
Ese mismo dirigente que se enquisto en octubre –y estudio su primaria en Beruti -en un auto de alta gama de fabricación alemana, y representa sectores gremiales había mantenido una reunión con el referente de la movilización del lunes.
Es decir, esos observadores creen ver que mientras se origina un malestar de tinte social al Intendente, se intenta desacreditar al justicialismo reconocido en el Concejo Deliberante como capaz o artífice de ser parte de movimientos desestabilizadores en democracia.
El justicialismo que transita un camino a la unidad, siempre ha dejado de lado a representantes de gestas que pueden vulnerar el sistema legítimamente constituido.
Hoy la democracia necesita ser respetada. O se madura en la civilidad con todas la exteriorizaciones y críticas que se puedan formular a un gobierno, o se caerá en la práctica, como recurrente, de intolerantes que ha vida la argentina, avasallando la libre representación de los ciudadanos.


