Este miércoles por la mañana, Gloria Tapia, en el segmento Modo Historia de Despertate, que se emite a las 9.30 por Cadena Nueve, Maxima 89.9 y Visión Plus TV, relató una historia fascinante sobre la formación del pueblo Dudignac, un rincón del partido de Nueve de Julio, que se forjó en los días en que las tierras eran disputadas y las comunicaciones eran aún precarias. En su charla, nos invita a reflexionar sobre los esfuerzos y las historias detrás de la fundación de un pueblo, y cómo, incluso en la adversidad, se establecieron los cimientos de lo que hoy conocemos.
La historia comienza con los primeros enfiteutas (dueños de tierras a largo plazo) que reclamaron terrenos en la zona, como Bonifacio, Zapiola y Pardo. Estos primeros reclamantes buscaban expandir las fronteras del país tras la fundación del Fuerte Cruz de Guerra y, a la par de los intentos de consolidación del territorio, el gobierno de Rivadavia apostaba al desarrollo agrícola de lo que antes se consideraba el desierto. Sin embargo, las tierras no fueron fáciles de ocupar, ya que muchos ya estaban tomadas por militares que habían llegado para cumplir con sus obligaciones.
En este contexto aparece Carlos María Díaz, quien a comienzos del siglo XX comienza a reclamar y vender tierras en la región. Más adelante, Adolfo Agote, un juez de paz de 25 de Mayo, y es ahí donde le compra terrenos Ezequiel Dudignac y funda la estancia “La Avanzada”, que se convertiría en uno de los puntos de referencia de la zona. Fue allí donde muchas de las primeras familias se asentaron, como los Capriroli, Rodoni, y Vanina, quienes llegaron entre 1885 y 1886, atraídos por la posibilidad de trabajar la tierra.
En 1910, Dudignac, que ya había vendido lotes de tierras y planeaba la llegada del tren, anticipó que la estación del ferrocarril pasaría por allí. Con esa información, comenzó a organizar la venta de lotes en lo que sería el futuro pueblo. Sin embargo, su intervención fue todo un negocio privado, donde las tierras se distribuían entre los compradores con la promesa de que serían ocupadas para crear un pueblo próspero. Pero Dudignac no estaba dispuesto a ceder demasiadas tierras para fines públicos como la construcción de un hospital o un cementerio.
En un giro interesante, Gloria relata que en los documentos oficiales de la época, Ezequiel solicitó que el pueblo fuera nombrado “Dudignac, en honor a su apellido, pero las autoridades rechazaron esta propuesta. En su lugar, el departamento de Ingenieros, que revisó el expediente, explicó que no era apropiado nombrar un pueblo en honor a un empresario privado. La respuesta fue tajante y elegante, y aunque se le permitió a donaciones para los espacios públicos del pueblo, se evitó que su nombre quedara vinculado al lugar.
“En el espíritu democrático de nuestras instituciones no caben los honores oficiales en vida”, sentenció la respuesta del departamento. “La fundación de un centro de población por un particular es un acto de negocio, y el nombre de un pueblo debe honrar a próceres, no a terratenientes”, agregaron, argumentando que la designación geográfica no debía confundirse con el homenaje a un hombre de negocios.
Sin embargo, la figura del militar siguió marcando el rumbo de Dudignac. Tras su fallecimiento en 1913, fue su hija Enriqueta quien asumió la responsabilidad de administrar los lotes y gestionar las ventas. De este modo, muchos de los primeros pobladores llegaron a Dudignac gracias a la gestión de Enriqueta, quien se encargó de completar el legado de su esposo.
A lo largo de la charla, Gloria nos comparte la emotiva historia de cómo Dudiñá, a pesar de su fundación en medio de dificultades y conflictos, ha logrado mantenerse viva a través de las generaciones. La memoria de las familias pioneras sigue viva en los apellidos que aún se encuentran en la región, y el pueblo sigue siendo un lugar con historias que enriquecen la identidad local.
En una reflexión final, Gloria destacó la importancia de la preservación de la historia. “Aunque muchas veces la historia se pierde entre relatos orales y documentos perdidos, lo que importa es que la esencia de las historias de nuestros pueblos nunca se borra. Y por suerte, estamos documentando para que esas raíces sigan vivas”, concluyó.
Así, cada miércoles, en Modo Historia, Gloria Tapia continúa haciendo honor a los relatos que dan forma a nuestra identidad y nos recuerdan que, detrás de cada pueblo y cada nombre, hay una historia que merece ser contada.
Modo Historia se emite todos los miércoles a las 9:30 por Despertate, Cadena Nueve y Máxima, y Visión Plus TV. No te pierdas el próximo relato histórico, que nos conectan con el pasado y nos ayudan a comprender el presente.



