En medio de una crisis hídrica que azota al distrito de Nueve de Julio, un paro de tres días convocado por ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) desde este lunes 6, genera más dudas que certezas. Si bien los reclamos salariales son legítimos y el contexto económico de la comuna atraviesa dificultades, la falta de consideración hacia las prioridades del momento refleja una falta de solidaridad que no solo impacta a los trabajadores, sino a toda la comunidad.
Es indiscutible que el municipio atraviesa una situación compleja. La falta de recursos es una realidad palpable, y el porcentaje de aumento propuesto, del 5%, – sobre un 8% pretendido- es un reflejo de una administración que debe equilibrar las demandas laborales con la urgencia de resolver problemas fundamentales, como la reparación de caminos rurales y la recolección de basura, tareas esenciales para el bienestar de la población y la recuperación del daño causado por las inundaciones. Además, el municipio debe apegarse a la ley y a los controles del Tribunal de Cuentas de la Provincia, lo que complica aún más la asignación de recursos en este contexto de crisis.
En este escenario, la decisión de llevar adelante un paro de tres días parece desproporcionada. Si bien es entendible que los trabajadores busquen condiciones salariales más equitativas, es necesario preguntarnos si esta medida es la más adecuada cuando el municipio enfrenta una crisis de dimensiones tales. De tres gremios, solo uno dio el portazo en plena conversación. La falta de solidaridad con aquellos que se ven gravemente afectados por las inundaciones, o con los productores y comerciantes que atraviesan días de incertidumbre, habla de una desconexión con las realidades que vive la comunidad en su conjunto.
Es importante recordar que, de cada diez contribuyentes, casi siete no realizan el pago de tasas y contribuciones municipales, lo que pone aún más presión sobre las arcas del municipio. La gestión actual debe hacer frente a esta problemática, sumada a la escasez de recursos, y priorizar las acciones que respondan de manera urgente a las necesidades de todos los vecinos.
Además, la figura del referente sindical detrás de esta medida de fuerza no está exenta de controversia. Se recuerda que el mismo, que en el pasado fue acusado de acoso y que debió dejar otro organismo estatal debido a denuncias penales, ha adoptado conductas impropias para una representación noble como la gremial. Ahora intenta ocupar una posición de poder que tuvo anteriormente, gracias a favores políticos y no por méritos propios. Esto, en un contexto gremial, es un factor que genera desconfianza no solo entre los trabajadores municipales, sino también en la comunidad, que percibe en estas maniobras un riesgo para la transparencia y la equidad en las relaciones laborales.
Desde la perspectiva de la gestión municipal, es importante resaltar el liderazgo de la actual titular del Ejecutivo Municipal, que ha dejado en claro, de manera tajante, que la política de favores no tiene cabida en su administración. A pesar de las críticas de algunos sectores, su postura de rechazo a las prácticas clientelistas y el fortalecimiento de una política de trabajo transparente y libre de manipulaciones es un ejemplo de la nueva lógica que debe prevalecer en la gestión pública, no solo comunal, sino en toda la cadena de gobierno. Esta claridad de principios es esencial para lograr una verdadera transformación en la comunidad y la política en general.
La postura del municipio, aunque incomode a algunos sectores, está orientada a evitar las malas prácticas que han manchado tanto a los gremios como a la política en general. El compromiso con la honestidad y el trabajo sin clientelismo es el que debe primar, aún cuando esto signifique tomar decisiones impopulares y recibir críticas.
Un paro de tres días, en este contexto, es una medida que no solo pasa por alto las dificultades del municipio para enfrentar la crisis hídrica, sino que también ignora el momento de diálogo y negociación que se está llevando a cabo entre los gremios y el gobierno local. Es una acción que, en lugar de promover una solución, pareciera más bien exacerbar las tensiones y entorpecer las posibilidades de acuerdo.
Mientras tanto, dos gremios continúan negociando y buscando soluciones en un entorno que reconoce las limitaciones financieras del municipio, y que entiende que los recursos disponibles deben destinarse a resolver los problemas inmediatos y prioritarios. La medida de fuerza, en este marco, no solo parece excesiva, sino que también descoloca a la ciudadanía, que se ve atrapada entre los intereses de unos pocos y las urgencias de todos.
Es imperioso que los trabajadores comprendan que su lucha no debe ser solo por la mejora salarial, sino también por el bienestar general de la comunidad. La solidaridad en tiempos de crisis es fundamental, y ante una emergencia como la que vivimos, las medidas de presión deben ser tomadas con responsabilidad. El paro de tres días en plena crisis hídrica no parece ser la respuesta adecuada.
Por lo tanto, la convocatoria a un paro de esta magnitud, en un momento crítico para el municipio, requiere una reflexión más profunda sobre la solidaridad, el sentido común y la responsabilidad colectiva. Las tensiones sociales y laborales no deben eclipsar la urgencia de abordar los problemas reales que afectan a todos los vecinos.