
En el marco de una jornada profundamente emotiva, con delegaciones de toda la diócesis reunidas en un salón de usos múltiples de la Escuela Normal Superior 7, convertido en templo, el Padre Fabian Cortés, brindó una sentida reflexión sobre el valor de la vocación y el significado de esta celebración para la comunidad católica.
“La Iglesia se alegra porque celebra la fe y vuelve a renovar, a la luz del Espíritu Santo, la vocación de ser misionera”, expresó Cortés al referirse a la jornada del Jubileo de la Esperanza, convocada por el Papa Francisco. En ella, tres jóvenes fueron ordenados sacerdotes: Miguel, Eduardo y Tomás.
El sacerdote destacó que esta celebración no es un hecho casual. “No creo que sea casualidad que sean tres los ordenados hoy: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es el designio de Dios que quiso regalarle a esta Iglesia tres nuevos sacerdotes”, afirmó.
Cortés subrayó que detrás de cada vocación hay una historia, una comunidad, y sobre todo una respuesta al llamado de Dios: “Cada uno de ellos decidió consagrarse, decirle que sí a Dios. En cada uno se renueva la esperanza y la vida sacramental de la Iglesia.”
También remarcó el rol del sacerdote dentro de la comunidad: “No es quien lleva toda la misión adelante, pero sí anima, celebra los sacramentos y refleja la imagen del Buen Pastor. Un nuevo sacerdote es una señal de que habrá Eucaristía, unción, reconciliación… de que Dios sigue presente entre nosotros.”
La jornada también fue un llamado a las nuevas vocaciones: “Ver a tres jóvenes consagrar su vida anima a otros a considerar su propio llamado. Dios sigue hablando, no solo para la vida sacerdotal, también para el matrimonio, para ser padre, madre, llevar la fe a donde estén. No hay una sola forma de ser cristiano, pero esta vocación específica también necesita acompañamiento y testimonio.”
Con un mensaje esperanzador y pastoral, el Padre Cortés cerró su reflexión afirmando que la vocación es una respuesta de fe, una señal de que Dios no abandona a su pueblo, y que la Iglesia sigue caminando, alentada por el testimonio de quienes se animan a decirle que sí.