El robo de las manos de Juan Domingo Perón es uno de los hechos más impactantes y misteriosos de la historia política argentina. Ocurrió en 1987, trece años después del fallecimiento del tres veces presidente de la Nación, cuyo cuerpo descansaba en el cementerio porteño de la Chacarita. La profanación fue descubierta cuando se constató que las manos del líder justicialista habían sido amputadas con precisión quirúrgica.
Los autores del delito, que se habrían identificado como parte de una organización de extrema derecha, nunca fueron capturados ni oficialmente identificados. Las motivaciones detrás del macabro robo permanecen envueltas en un halo de especulación: algunos sostienen que se trató de un acto de vandalismo político, otros lo interpretan como una forma extrema de profanación con fines simbólicos o esotéricos.
El hecho generó una fuerte conmoción en la sociedad argentina y provocó una investigación extensa y compleja, que sin embargo no arrojó resultados concluyentes. La desaparición de las manos del líder peronista reavivó antiguos conflictos ideológicos y dejó al descubierto las profundas divisiones que aún persisten en torno a su figura.
A casi cuatro décadas del suceso, el caso sigue impune y las manos de Perón nunca fueron recuperadas. Para muchos, este episodio representa no solo un ataque a la memoria de un ex presidente, sino también una herida abierta en la historia argentina, marcada por el misterio, la violencia simbólica y la impunidad.