sábado, mayo 18, 2024
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Se cumplen 201 años del “Encuentro de Guayaquil” que selló la libertad de América

Los generales José de San Martín y Simón Bolívar se reunieron el 26 y 27 de julio de 1822 y se marcó el rumbo de la Independencia Latinoamericana

El 20 de agosto de 1820, José de San Martín se embarcó en Valparaíso al mando de 4.430 soldados, con 35 piezas de artillería y armamento y vestuario para equipar a 15.000 hombres, en una expedición bajo bandera de Chile. El virrey Pezuela en Lima disponía de 25.000 hombres pero desparramados en todo el territorio. El 7 de septiembre de 1820, San Martín desembarcó en Paracai, a 250 kilómetros al sur de Lima. El ejército ocupó Pisco e Ica, venció en los combates de Acarí y Nazca y todas las poblaciones del sur del Perú se declararon por la independencia. El 5 de octubre de 1820, el virrey Pezuela propuso a San Martín una reunión en Miraflores, cerca de Lima, para negociar el cese de hostilidades, pero el intento fracasó. Un año después, el 21 de julio de 1821, San Martín entró triunfante en Lima y el 28 de ese mes, en un cabildo abierto, se declaró la independencia del Perú. El 3 de agosto se hizo cargo del gobierno con el título de Protector del Perú.

San Martín había concebido su expedición como un movimiento de pinzas. Se había cumplido por vía marítima pero quedaba pendiente la terrestre. Las tropas del ejército auxiliar estaban, solo faltaban las armas y el dinero para solventarlas. Buenos Aires tenía esos recursos pero se los negó. San Martín estaba convencido que sin ese apoyo no podría terminar la guerra y por esta razón acudió a Simón Bolívar con quien se reunió en la célebre Entrevista de Guayaquil, el 26 de julio de 1822.

Así lo reconoció años después el propio San Martín en una carta dirigida al general Ramón Castilla, presidente del Perú: “He aquí, mi querido general, un corto análisis de mi vida pública seguida en América: yo hubiera tenido la más completa satisfacción habiéndola puesto fin con la terminación de la guerra de la Independencia en el Perú, pero mi entrevista en Guayaquil con el general Bolívar me convenció (no obstante sus protestas) que el solo obstáculo de su venida al Perú con el ejército de su mando, no era otro que la presencia del general San Martín, a pesar de la sinceridad con que le ofrecí ponerme bajo sus órdenes con todas las fuerzas de que yo disponía” (Carta del general José de San Martín al general Ramón Castilla, presidente del Perú, Boulogne Sur Mer, 11-9-1848).

También le hizo saber sus apreciaciones al mismo Bolívar, el 29 de agosto de 1822 en una carta que fue publicada en 1843 por Gabriel Lafond de Lurcy en su obra “Viajes alrededor del mundo y naufragios famosos” donde expresó: “Los resultados de nuestra entrevista no han sido los que me prometía para la pronta terminación de la guerra. Desgraciadamente, yo estoy íntimamente convencido, o que no ha creído sincero mi ofrecimiento de servir bajo sus órdenes con las fuerzas de mi mando, o que mi persona le es embarazosa. Las razones que usted me expuso, de que su delicadez no le permitiría jamás mandarme, y que, aún en el caso de que esta dificultad pudiese ser vencida, estaba seguro que el Congreso de Colombia no consentiría su separación de la República, permítame general, le diga no me han parecido plausibles”. Más adelante agregó: “Para mí hubiese sido el colmo de la felicidad terminar la guerra de la independencia bajo las órdenes de un general a quien la América debe su libertad. El destino lo dispone de otro modo, y es preciso conformarse”. Esta obra tuvo tanta repercusión que fue reeditada en 1870, y en unos de sus tomos aparece un grabado dibujado por Joseph Collington e impreso por Gustave Levy titulado “Entrevista de Guayaquil” que se conserva en el Museo Histórico Nacional.

Tras la Entrevista de Guayaquil San Martín resolvió no sólo renunciar a su mando político de Protector del Perú, decisión que ya había adoptado con anterioridad, sino también a su mando militar. El ejército comandado por Rudecindo Alvarado no reaccionó para defender a Monteagudo de la revolución de Riva Agüero. San Martín comprendió su impopularidad en el Perú y tras someter a Riva Agüero, el 20 de septiembre de 1822 convocó a un Congreso Constituyente y presentó su renuncia que fue aceptada aunque se le ofreció el mando superior de los ejércitos de la nueva república. San Martín resignó el cargo, y esa misma noche abandonó Lima.

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