martes, mayo 21, 2024
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Se duerme mal porque el cuerpo no aguanta la vida actual

Los  trastornos de sueño no son en su mayoría patológicos pero traen sus consecuencias. Existe una especialización que es la medicina del sueño: al dormir mal, aparece el malhumor, hay más accidentes y equivocaciones en el ámbito laboral; además, está comprobado que cuando se vuelve crónico propugna la aparición de enfermedades gastrointestinales, metabólicas y cardiovasculares.
Un reciente informe del CONICT señala que en la Argentina, 1 de cada 4 personas tiene trastornos de sueño: no pueden conciliarlo y, cuando logran hacerlo, duermen poco: 6 horas en promedio, dos menos de lo que dormían hace 50 años. Los expertos afirman que es porque cada vez se hacen más cosas y porque las pantallas (TV, computadora, celular, tabletas) ocupan tiempo que debería ser de descanso. El diagnóstico de los expertos ante esto es lapidario: el cuerpo no está preparado para vivir en una sociedad de 24 horas casi sin parar.

“Dormimos, en promedio, dos horas menos que hace 50 años“, dice Daniel Vigo, médico e investigador asistente del Conicet en el Departamento de Docencia e Investigación de la Facultad de Ciencias Médicas de la UCA.
De acuerdo a lo que explica el investigador, dormimos un tercio de nuestras vidas. La función esencial de este descanso es tanto física como mental, ya que durante esas horas se efectúan distintas tareas de reparación del organismo y consolidamos habilidades psicomotrices aprendidas durante el día.
El sueño está compuesto de dos etapas que se van alternando durante la noche: REM, o de movimientos oculares rápidos, con actividad cerebral similar al estado de vigilia y en el que los sueños son de mayor intensidad; y no-REM, donde ocurre el llamado sueño profundo y las representaciones oníricas son de tipo episódico y están vinculadas con los hechos del día previo.
El sueño profundo, se explica, es la contraparte de la etapa de alto consumo energético de la vigilia y por ello es de extrema importancia para un sueño reparador.
“Biológicamente nuestro cuerpo no está preparado para la sociedad 24 horas en la que vivimos desde el siglo pasado”, señala Vigo.
La luz solar es uno de los principales factores que rige la alternancia entre sueño y vigilia: cuando la vida diurna se extiende a horas de la noche, el reloj biológico comienza a sufrir alteraciones, un fenómeno conocido como cronodisrupción o “jet lag social”.
Daniel Cardinali, médico e investigador superior del Conicet, expuso hace poco las consecuencias de la cronodisrupción en nuestra vida cotidiana: falta de atención, depresión, disminución de la memoria y la creatividad e incremento de los niveles de cortisol, la hormona del estrés.
Según los investigadores, los dos trastornos del sueño de mayor incidencia son el insomnio y el síndrome de apneas obstructivas del sueño. En muchos casos pueden asociarse con síntomas de depresión o hipertensión, pero también con otras enfermedades como la diabetes o la enfermedad de Alzheimer.
Trastornos circadianos
Hay una subcategoría conocida como trastornos circadianos de sueño. Los seres humanos somos generalmente diurnos y todo se organiza en 24 horas.
“En algunas ocasiones, ese ciclo pasa a ser de 23 o 25, lo que aparentemente lleva a pensar que nada cambia. No obstante, al cabo de unos días se pierde la sincronización de ese ciclo de sueño-vigilia, se deja de ser  diurno”, explica el doctor en Biología, Diego Golombek, investigador del Instituto de Investigaciones Científicas y Ténicas, CONICET, de la Argentina.
Pérdida de sincronización
“Esto ocurre cuando el sincronizador, que le dice al cuerpo qué hora es, es muy débil. Y se da especialmente en personas que se hallan durante mucho tiempo en condiciones constantes de incapacidad de distinguir sueño/vigilia.
Algunos de los casos conocidos son los de  mineros que suelen pasar 10 días dentro de los túneles -algo muy común en Chile- o personas ciegas.”
Insomnio por avance del sueño
“Otra categoría de trastornos circadianos de sueño sucede si el ciclo de 24 horas no se ajusta bien temporalmente: cuando alguien se duerme muy temprano y se levanta muy temprano, es un síndrome conocido como insomnio por avance de la fase del sueño.
Todo ocurre más temprano, cosa común en las personas mayores, y eso les genera un problema; a las primeras horas del día no tienen nada para hacer y, al mismo tiempo, la falta de sueño les produce angustia”, agrega Golombek.
Insomnio por retraso del sueño
Lo contrario es el síndrome de insomnio por retraso de fase de sueño, cuando todo transcurre más tarde. El caso típico es el de los adolescentes. Si bien se trata de una circunstancia social con costumbres ya asentadas, como chatear a la noche o salir a bailar tarde, hay  un fenómeno por el cual el reloj biológico  apunta hacia más tarde, produciéndose un retraso de fase.
Las personas se dividen en alondras y búhos
A Las personas matutinas se las reconoce como alondras y a las vespertinas o nocturnas como búhos. Aquí surge un término relativamente nuevo, el jet lag social.
Vuelos transmeridianos
El término jet lag se origina en la desincronización por vuelos transmeridianos, es el desequilibrio producido entre el reloj interno de una persona (que marca los períodos de sueño y vigilia) y el nuevo horario que se establece al viajar en avión largas distancias y a distintos continentes.
Cuando las actividades no coinciden con el reloj biológico
Pero el jet lag social se da cuando las diferentes actividades, la escuela o el trabajo, no  condicen con lo que dicta el reloj biológico. Un joven “búho”  se ve exigido a concurrir al colegio a las 7 y media de la mañana, lo que trae como consecuencia que en las primeras horas del día esté adormecido.
A la inversa, se puede ser una persona matutina; situación que contraría por ejemplo el trabajo de camarero que lo obliga a permanecer despierto durante la noche.
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Problemas
Cualquiera de las dos situaciones significa el comienzo de problemas a la hora de dormir. En estos casos, el tratamiento más higiénico, es la sincronización natural.
Esfuerzos de la persona para adaptarse, accidentes, enfermedades
Supongamos, ejemplifica Golombek, que una persona viaja a distintos países de diferentes continentes; las semanas que implican los traslados hacen que el cuerpo deba hacer un esfuerzo para adaptarse.
Lo mismo sucede con los trabajadores de turnos rotativos que una semana trabajan de día, otra de tarde y otra de noche, algo bastante común en Estados Unidos, donde se estima que el 20% labora en esas condiciones. Ellos nunca terminan de adaptarse y, lo más grave, es que se ha comprobado que padecen accidentes graves de trabajo y se enferman más que aquellos que asisten a sus ocupaciones con horarios fijo y diurno.
Otro universo de trastornos
Después está todo el universo de trastornos de sueño: el insomnio, o las parasomnias; estas últimas se asocian a pesadillas, terrores nocturnos en los niños que hace que no puedan dormir y enuresis (micciones nocturnas en forma involuntaria).
Una problemática muy común son las apneas del sueño, muy graves en bebés, y que en los adultos se convierte en ronquido crónico, respiran mal y duermen mal, correspondiendo un tratamiento médico.
Gente que duerme sin descansar
Por otra parte, durante el sueño hay hormonas que se secretan, procesos de reparación y crecimiento (la hormona de crecimiento secreta de noche), cumpliendo la tarea de de reparar y consolidar memorias.
Por eso hay personas que duermen pero no descansan ni aun inducidas por hipnóticos. Hay quienes los necesitan y obtienen buenos resultados; sin embargo, no es exactamente el mismo sueño ayudado por hipnóticos que el sueño fisiológico.

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