El incendio que esta semana afectó a un viejo depósito ubicado en diagonal 77 y 48, en pleno centro de La Plata, volvió a poner en agenda un tema de creciente relevancia urbana y ambiental: la planificación responsable del cierre y reconversión de antiguos predios donde funcionaron estaciones de servicio.
El inmueble siniestrado, que durante décadas fue adaptado como playa de estacionamiento y más tarde utilizado como depósito de electrodomésticos, debió ser evacuado junto a los comercios linderos por una intensa humareda que motivó un importante operativo de bomberos y defensa civil. Aunque aún no se ha establecido una conexión directa entre el incendio y la actividad original del terreno, especialistas consideran el episodio como un llamado de atención.
“Este hecho nos recuerda que, más allá del uso actual del inmueble, es fundamental considerar su historia ambiental. Si no hubo una remediación completa, pueden persistir pasivos que generen riesgos”, advirtió el ingeniero Carlos Cozzolino, experto en seguridad de la entidad que agrupa a los estacioneros bonaerenses.
En la misma línea, el ingeniero Marcelo Pontati destacó los avances normativos y tecnológicos implementados por el sector en las últimas décadas. “Hoy existen sensores de fuga, tanques de doble pared y monitoreos automatizados, pero muchos predios que cerraron hace 30 o 40 años no contaban con estas medidas. Por eso, para reconvertir esos espacios, es esencial recurrir a estudios técnicos y regulaciones actualizadas”, sostuvo.
Ambos profesionales coincidieron en que las estaciones de servicio actualmente operativas cumplen con estrictas normativas ambientales. En tanto, para aquellas que se cierran o transforman, rigen marcos regulatorios precisos que incluyen la remoción de instalaciones subterráneas, la presentación de informes ambientales certificados y, en ciertos casos, monitoreos post-cierre.
En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, el sistema RBCA (Evaluación y Acción Correctiva Basada en Riesgos) permite analizar científicamente la situación ambiental de un terreno para definir si está apto para nuevos usos.
Lejos de buscar generar alarma, los expertos resaltaron la importancia de estos episodios como instancias de aprendizaje. “El sector ha desarrollado una cultura de seguridad reconocida. El desafío es ahora acompañar también a quienes deciden cerrar o reconvertir estos espacios, brindándoles asesoramiento y herramientas para hacerlo de forma segura”, señaló Pontati.
En esa línea, recomendaron que propietarios y desarrolladores consulten registros históricos, verifiquen la documentación ambiental disponible y, de ser necesario, realicen estudios complementarios antes de iniciar nuevos emprendimientos sobre estos terrenos.
“El objetivo no es frenar inversiones, sino todo lo contrario: garantizar que cada nuevo desarrollo se realice sobre bases sólidas, seguras y sostenibles”, remarcó Cozzolino.
Como cierre, ambos coincidieron en que el camino hacia ciudades más seguras y resilientes requiere de planificación, cooperación público-privada y una mirada responsable sobre el pasado de cada predio. “El reciente hecho en La Plata no debe verse solo como una emergencia, sino como una oportunidad para construir un desarrollo urbano ambientalmente consciente”, concluyeron.