En 1807, el Regimiento de Patricios jugó un papel fundamental en la defensa de la ciudad de Buenos Aires ante el segundo intento de ocupación inglesa. A pesar de la superioridad numérica de las tropas inglesas, lideradas por el general John Whitelocke, los habitantes de la ciudad se unieron para defender su territorio.
Las tropas inglesas, después de varios días de marcha, llegaron a los corrales de Miserere y lograron avanzar hacia el centro de la ciudad. Sin embargo, la previsión y el compromiso de Santiago de Liniers en la organización de las tropas, así como la instrucción avanzada del Regimiento de Patricios, fueron clave para la defensa. La participación de todos los habitantes de la ciudad fue fundamental en la defensa. El alcalde de primer voto, Martín de Álzaga, planteó un combate dentro de la ciudad, convirtiendo cada esquina en una trinchera reforzada. La Plaza Mayor se transformó en una fortaleza, defendida desde la calle y desde los techos y ventanas. Las calles se llenaron de barricadas protegidas por cañones y cientos de fusileros.