José Francisco de San Martín y Matorras nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, localidad de la actual provincia de Corrientes. En 1783, la familia San Martín se trasladó a Buenos Aires y hacia finales de 1783 emprendió viaje a España, arribando al puerto de Cádiz en la segunda quincena de marzo de 1784.
Fue militar profesional, veterano de guerra en tres continentes. Intervino en distintos campos de batalla en Europa durante las guerras napoleónicas y retornó a Buenos Aires en 1812 para luchar por la libertad de Sudamérica. Tras diez años de vida pública consiguió asegurar la independencia de tres países.
En España formó parte del ejército real. Participó en 31 acciones bélicas. Fue ascendido al grado de teniente coronel y condecorado con medalla de oro por su actuación en la famosa batalla de Bailén, donde resultaron batidas las legiones invasoras del emperador Napoleón I. Para ese entonces, San Martín había comenzado a vincularse con jóvenes rioplatenses que residían en España y que buscaban la independencia de sus tierras nativas. En 1811, pidió y obtuvo su retiro del ejército real, dejó España por la vía de Portugal y se trasladó a Londres. Finalmente, el 9 de marzo de 1812 desembarcó, junto a otros rioplatenses, en Buenos Aires, la ciudad capital del antiguo Virreinato del Río de la Plata. A partir de ese momento comenzó su incesante lucha por la independencia de los pueblos americanos, lucha por la cual se lo considera el “Padre de la Patria”.
Es muy interesante recordar que el proceso intelectual y político que consagró a San Martín como máximo héroe nacional estuvo a cargo de Sarmiento, Alberdi, Juan María Gutiérrez y Mitre quienes hicieron de su perfil público un modelo de virtudes cívicas y morales, con posibilidades de asociarlo a la tradición republicana para lo cual resultó capital despojarlo de sus convicciones o preferencias monárquicas constitucionales. Un proceso selectivo de olvidos y recuerdos inspirado en el nacionalismo liberal que luego en el siglo XX resultó reemplazado por el nacionalismo militar.
Y ello se pone de resalto en los discursos y sentidos del funeral cívico que tuvo lugar con la repatriación de sus restos en 1880, y los que impregnaron los rituales estatales del siglo XX, en particular con la conmemoración del año del Libertador de 1950 reglamentado por el primer Gobierno de Juan Perón.