Este martes 13 de mayo, la comunidad diocesana de Nueve de Julio celebró con gran fervor la festividad de Nuestra Señora de Fátima, patrona del Santuario ubicado frente a Plaza Italia. La jornada culminó con la misa central presidida por el obispo diocesano, monseñor Ariel Torrado Mosconi, seguida de una emotiva procesión con antorchas y velas que reunió a numerosos fieles.
Durante su homilía, el obispo destacó el valor actual del mensaje de Fátima y convocó a los presentes a asumir un compromiso activo con la fe, especialmente en tiempos de incertidumbre y crisis social.
“La Virgen sigue siendo hoy una guía segura que nos llama a vivir con esperanza, aun en medio de las dificultades”, afirmó, recordando las palabras y el ejemplo de los pastorcitos de Fátima.
Monseñor Torrado Mosconi subrayó también el papel de los laicos en la vida de la Iglesia, e invitó a todos a “ser sembradores de paz y esperanza, en un mundo muchas veces herido por el egoísmo, la violencia y la indiferencia”. En ese sentido, remarcó que el mensaje de la Virgen es un llamado permanente a la conversión del corazón, la oración profunda y el compromiso misionero con los más necesitados.
La misa, que se celebró en el santuario de la patrona de la diócesis, ante una gran concurrencia que desbordó el espacio del tempo, contó con integrantes de grupos de católicos de la diócesis y movimientos eclesiales, así como numerosos vecinos de la ciudad. La liturgia fue acompañada por cantos y momentos de oración comunitaria.
Al finalizar la celebración eucarística, los fieles participaron de una procesión con antorchas y velas por plaza Italia. La imagen de la Virgen de Fátima fue llevada en andas, acompañada por el rezo del Rosario, cánticos marianos y muestras de devoción. Las luces de las velas encendidas iluminaron el recorrido, en un gesto simbólico de fe, esperanza y unidad.
La jornada fue vivida como un profundo momento de encuentro espiritual y renovación de la fe, en el que la comunidad expresó su amor por la Virgen y renovó su compromiso de seguir su ejemplo de humildad, entrega y servicio.
Al concluir, el obispo Ariel Torrado Mosconi invocó a la Virgen de Fátima como protectora y guía, y se recordó al Beato Eduardo Francisco Pironio, figura clave del catolicismo argentino, pidiéndole su intercesión.
“¡Que viva la Virgen de Fátima!” fue el grito que cerró la jornada, entre aplausos y emoción compartida.