sábado, mayo 18, 2024
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Milei ya es tendencia…

Para Cadena Nueve, Ing. Alberto Ford*

Estamos viviendo horas inesperadas de alta significación y trascendencia. La presunción de que nuestro país está ingresando a una nueva era se está viendo confirmada en varios aspectos, entre ellos una actividad parlamentaria de hondo contenido refundador, más algunos eventos citados en este trabajo como la multitudinaria manifestación opositora en defensa de la educación pública y las siempre provocativas definiciones del Presidente Milei. Aunque explicar la presente situación no sea tarea sencilla, es oportuno delinear trazos gruesos sobre lo que está pasando y hacer algunas preguntas que con seguridad irán teniendo sus respuestas con el paso de los días y las semanas. Ahí vamos.

Por medio de una conjunción informativo-comunicacional que marca otro hito en el proceso de definición y afianzamiento de la gobernabilidad, son el inefable Milei y su iniciativa parlamentaria -pero reformulada y vuelta a presentar en proceso – los que provocan un escalofrío que sacude las redes, al igual que hace apenas unas semanas ocurrió con el proyecto de Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos conocida popularmente como «ley ómnibus».

Una inescindible asociación temporal producida entre el lunes de la semana pasada, en el que el Presidente dio un discurso en cadena en el horario central (prime time), y el miércoles siguiente cuando con el mismo fin ocupó el atril de la Fundación Libertad, permitió conjugar ambos eventos para situar en el entremedio una multitudinaria manifestación opositora en defensa de la educación pública que tuvo lugar en la plaza Congreso y sus alrededores.

Tanto la alocución televisiva como la intervención en la cena libertaria, le permitió a Milei compartir datos sobre la evolución de la economía, en particular, la incipiente desaceleración de la inflación, un indicador muy sentido ampliamente en la sociedad, cuya evolución favorable ya comienza a ser percibido en las góndolas del día a día.

Por el contrario, la manifestación, con la estética habitual de las convocatorias estudiantiles, fue el canal que viabilizó por primera vez en forma masiva la sensación negativa que provocan las medidas del nuevo gobierno en el variopinto arco opositor, en el que tuvo su papel protagónico la ex presidenta CFK al saludar agitando un jogging con la inscripción de la UNLP desde el balcón del Instituto Patria.

Ese día, la presencia peronista sin exclusiones –la CGT contribuyó con la logística del acto- obró de sorpresivo remake, como si en las administraciones del General, principalmente en la primera y la tercera con las gestiones de Oscar Ivanissevich, se hubiera evidenciado que los peronistas son tenaces defensoras de la educación pública.

La participaron de varios centenares de miles de manifestantes dio lugar a diversas interpretaciones. Un antecedente de tanta masividad por la educación se remonta a fines de los cincuenta del siglo pasado cuando se enfrentaron en todo el país los partidarios de la “la laica y la libre”.

En 1958, durante el gobierno desarrollista, la lucha contra una ley favorable a la «enseñanza libre» se dio en la mayoría de las facultades y colegios secundario, cuyas instalaciones fueron ocupadas en algunos casos por de más de un mes. En septiembre de aquel año se produjo un pico de participación con manifestaciones que llenaron las calles de todo el país, y una multitudinaria iniciativa de la FUA rebalsó la mismísima Plaza del Congreso con la presencia de partidos políticos, sindicatos y otras fuerzas de la sociedad civil entre los 350.000 concurrentes.

Finalmente, el gobierno pudo imponer la «enseñanza libre» y las universidades privadas que hoy conocemos –entre ellas las confesionales por lo que la Iglesia Católica fue uno de los bandos más activos en las luchas- fueron autorizadas para emitir títulos habilitantes merced al sorpresivo “panquecazo” del diputado radical Domingorena que había estado a cargo inicialmente de la presentación de un proyecto de ley que planteaba exactamente lo contrario. Curiosamente, los dos actores principales de la prolongada contienda fueron los hermanos Frondizi, Arturo, presidente de la República, y el Rector de la UBA, Risieri, de militancia izquierdista.

A diferencia de aquella oportunidad, la manifestación de la semana pasada transcurrió en orden y no hubo necesidad de aplicar el protocolo antidisturbios. Sin embargo, a pesar de la moderación imperante, una buena costumbre que se viene imponiendo con la actual administración, entre analistas y comunicadores en forma unánime (¿editorismo?) se ponderó la realización de la marcha como “un error del gobierno de Milei” (¿?). Al respecto, pasados unos días, cabe hacer algunas consideraciones.

Si los estudiantes tienen temor a que les cierren las facultades y, en general, si la gente sale a la calle porque que está sufriendo el durísimo ajuste que se está aplicando, ¿al gobierno le conviene reprimir esas sensaciones que provocan un particular estado de ánimo? ¿es contraproducente que se descongestione el obvio malestar y hasta un temor esperanzado imperante la sociedad o se canalice el estupor y/o la inconciencia, visibles en amplios sectores de la misma?

El sentido común y la experiencia dicen que al igual que en circunstancias como las vividas, con ese tipo de acciones en la vía pública no se producen modificaciones importantes en las motivaciones de las luchas ni en los pareceres de quienes participan activamente o se quedan en la casa para verla por TV, aunque en esta oportunidad, insólitamente, hay que señalar que las encuestas posteriores han mostrado que la imagen presidencial se incrementó en tres puntos (¡).

Hay que repasar la historia para verificar que las manifestaciones estudiantiles con apoyo popular en las calles nunca han dado resultados trascendentes salvo en Córdoba en 1918 cuando se impuso la Reforma Universitaria.

[Una personal. En 1967, en Ingeniería Química de Santa Fe, con Roberto Pirles fuimos los primeros sancionados del país a los pocos minutos de ser publicada la Ley Orgánica de las Universidades N° 17245. A ambos, yo comunista, Pirles ateneísta -luego oficial montonero, asesinado en “un intento de fuga” de su detención en La Plata- la dictadura de Onganía nos cortó de cuajo nuestras carreras en la Facultad como docentes-alumnos rentados obviamente de altos promedios. Fue un momento de grandes manifestaciones en todas las universidades las que empero no hicieron retroceder a los militares]

Los resultados están a la vista. Para el gobierno lo sucedido es un problema sin muchas complicaciones; a lo sumo una situación caótica pero controlada (caos del bueno), que obra de variable en el sofisticado «método Milei» como provocación para incentivar la polaridad del espectro político y lograr de esa manera una gobernabilidad más sólida, promisoria y sustentable. Por el contrario, las dificultades para el abordaje de la problemática se dieron con mayor crudeza del lado del análisis, donde interpretar lo que pasó devino en un desafío no siempre resuelto airosamente. Por añadidura, el grosero “entrismo” peronista tal como se patentizó en la marcha estuvo generando inquietud en una oposición muy heterogénea y desconcertada.

Porqué llegó Milei

No hay lugar para las sorpresas. El presidente Milei está haciendo lo que propuso en la campaña electoral, desde una posición vista en el el exterior como la de un derechista consumado, y anarcocapitalista y liberal según el mismo se percibe.

No tanto por algunos ribetes ideológicos, pero sí desde la sinceridad y la consecuencia, se diferencia del presidente Menem –gran triunfador inspirado en el célebre apotegma “síganme que no los voy a defraudar”- que luego hizo todo lo contrario de lo que había prometido, admitiendo ya en funciones que si transparentaba sus verdaderas intenciones nadie lo hubiera votado.

En torno a la caracterización de la fuerza impulsora que catapultó a Milei la biblioteca está dividida. Están los que piensan que Milei: a) representa un proyecto tendiente a promover la recuperación nacional para salir de la decadencia, y b) los que ponen el acento en la necesidad, no siempre expresada con claridad, de rechazar un orden corrupto que se fue estableciendo con los años.

En la historia del último siglo las posiciones liberales en lo económico siempre han sido minoritarias, como también han sido infructuosos sus intentos de imponerlas abiertamente a través de las urnas. Por eso llama atención, sobre todo entre nosotros, el triunfo electoral de Milei, no así en el exterior donde los cuestionamientos al estado de bienestar (y hasta el liberalismo político viendo sus resultados) son parte de las discusiones de hoy en día en los medios políticos y académicos referidas a los vaivenes de la gobernabilidad en el sistema democrático.

La otra explicación del triunfo electoral por el 56% de los votos se basa en el hartazgo generalizado de la sociedad por la decadencia establecida, un estado de ánimo que se vio potenciado por las urgencias de necesidades básicas insatisfechas capaces de orientar dramáticamente las preferencias electorales hacia una salida impensada no mucho antes.

En cualquier caso, la gravedad de la situación hizo plausible y hasta expectante la amenaza, luego hecha realidad, de la «motosierra». Durante ochenta años, las distintas administraciones que nos gobernaron, con especial énfasis las de peronistas y militares, armaron el escenario perfecto para la viabilidad de un Milei que prometía dar por tierra con usos y abusos de costumbres establecidas.

Milei ha tomado al gobierno con un bagaje metodológico desconocido en la Argentina caracterizado por el abordaje de la cosa pública con aparente improvisación y hasta desidia, dando espacio a la incertidumbre y/o expectativas cautelosas en el electorado.

Esto que está pasando

Si damos por cierta una vulgata del teorema de Gödel según la cual un sistema (del que somos parte) no se puede explicar a sí mismo, es difícil analizar la administración mileista en la medida de su progreso, pero como no podemos enfocarla desde una perspectiva suficientemente alejada del presente, todo lo que me parece y escribo es a beneficio de inventario.

Para empezar: quien piense que la gestión diaria del Presidente es una consecuencia de lo que se le ocurre en el desayuno de cada mañana, está muy equivocado.

Las acciones -en apariencia caóticas, improvisadas y hasta contradictorias- con las que se desenvuelve el gobierno, deberán ser la consecuencia de tácticas y estrategias comprendidas en nuevas herramientas de gestión, y si bien por razones obvias no sea posible saber con exactitud cómo se gestan, a la luz de los resultados obtenidos se puede presumir cuáles son las fuerzas del cielo que las inspiran.

Las dificultades no son menores y dan lugar a distintas ponderaciones cuando se trata de analizar los detalles de la gobernanza y opinar sobre ellos. A priori, según los comunicadores, focus groups y encuestas, las respuestas más frecuentes y las características de los interrogados sobre el nuevo gobierno son:

  1. Los que están de acuerdo (56% que lo votó con tendencia al incremento)
  2. Los que están de acuerdo con el diagnóstico, pero dudan de la viabilidad del proyecto (descreídos)
  3. Los que se preguntan preocupados si el sistema y la gente aguantará el ajuste (pesimista tóxico, que menosprecia, pasa por alto o en el fondo envidia políticamente la histórica transformación en curso)
  4. Los que anteponen la preocupación y se horrorizan por los procedimientos utilizados pensando que las cosas se deberían hacer de otra manera para evitar los sufrimientos de la gente (cinismo)
  5. Los que creen en el déjà vu, están convencidos que Milei es un error (opositor cautivo pero desconcertado)

A pesar de la previsible diversidad de puntos de vista hay una realidad que prima: con su método extravagante de gobernar y los objetivos a los que apunta, Milei ya ha creado un antecedente absolutamente original que permanecerá indeleble en la historia argentina.

Con solo evidenciar en forma descarnada -aunque no muy cortésmente hay que reconocerlo- las consecuencias del camino recorrido en los últimos ochenta años, está protagonizando un hecho en sí mismo de trascendencia sin igual. Como nunca, el medio es el mensaje.

Con las primeras medidas, sobre todo aquellas que se identifican con la inquietante metáfora de la motosierra, el gobierno se ha lanzado de lleno a desmontar estructuras cristalizadas que son una expresión de la malformación ominosa derivada de la incesante frustración a que fuimos sometidos.

El convencimiento que muestra el presidente -a veces con formas comparables al fundamentalismo de los fanáticos- es una clara evidencia de que esto recién empieza y no se va a detener.

Sin embargo, desde el punto de vista de la sustentabilidad del proyecto, es en la ecuación que conjuga la combinación de los factores endógenos y exógenos donde radica el factor determinante del camino a recorrer. Negar la existencia contradictoria pero complementaria de los dos componentes es como pretender explicar la digitalización prescindiendo del cero.

En esta oportunidad se registra un aumento notorio de las influencias externas que confiere a la administración Milei una cuota adicional de sostenibilidad por lo que la reinserción de nuestro país en la escena internacional se verá favorecida. En ese plano, aun sin que los observadores dejen de mostrar cierta sorpresa, es evidente una aprobación de la figura del presidente, sobre todo en el lado democrático de la grieta global donde sobresale el ostensible apoyo del establishment estadounidense, tanto desde lo público como de lo privado, a pesar de que las relaciones entre los dos países a lo largo de la historia no han sido de total confianza.

Así, se puede conjeturar fehacientemente que la Argentina cuenta con el apoyo de EEUU y del establishment global de la democracia. El apoyo es explícito, superactuado, como nunca lo disfrutó nuestro país, o también indirecto, visible por sus evidencias, con indicios de alto contenido simbólico que hablan por sí mismos. Por otro lado, las críticas del lado autocrático de la grieta global o de algunos hermanos latinoamericanos -que no son abundantes ni demuestran ser muy convincentes- lo fortalecen y legitiman internacionalmente.

La ecuación política dominantes es desigual y de resultados previsibles. El precipitado gasto de cartuchos conceptuales por parte de la crítica en arsenales poco abastecidos versus la variación positiva de índices económicos de alto impacto entre la mayoría de la población, constituyen una antinomia atípica –peras y manzanas- entre la fantasía y la realidad, pero sin embargo es la que irá determinando la marcha del proceso.

Créase o no, la contra no tiene con qué darle al proyecto liberal. La argumentación crítica es endeble, carente de sustancia. No es una casualidad, la oposición no pueden superar el «nacionalismo burgués» que ha caracterizado desde el origen a algunas de las fuerzas políticas que la integran; ahora peor: se ha producido un desfasaje con respecta a los cambios en ciernes lo que provoca una pérdida de sentido como ocurre con la vejez. Un chascarrillo al efecto: me regalaron un GPS para la tercera edad; dice no solo cómo llegar sino también te recuerda para qué vas.

Si Milei toma alguna medida correctora que supuestamente sea a consecuencia de presiones de cualquier tipo y no esté prevista, dicen que está “aprendiendo” a hacer política. Milei no tiene nada que aprender extraordinario que no esté escrito con letras de molde en su cuaderno de bitácora, y que no sea consonante con su perfil rupturista y de comunicador extravagante. ¿Cómo no va a tener sobresaltos con todo lo que está haciendo?

Ya es hoy el mañana posible, probable, deseable y factible.

Su característico proteccionismo económico hace de la Argentina uno de los países más cerrados del mundo. Sin embargo, a tono con otros aspectos de su vida, en que ha mostrado una apertura infrecuente, nuestro país, ante los influjos de la globalización, se irá abriendo a nuevas vivencias como las tapas de un libro sabio. En la situación incipiente, noticias inesperadas nos irán poniendo ante un montón de oportunidades capaz de generarnos una nueva vida, aun sufriendo los dolores del parto.

El cambio de paradigma en curso, así como el inicio de un nuevo ciclo largo de crecimiento -como ocurrió en 1776 y en 1862 a diferencia de 1930 cuando las corporaciones del poder, en particular sectores productivos favorecidos por prebendas del Estado, con la contribución decisiva de factores externos muy influyentes, iniciaron otro ciclo largo en este caso de decadencia- debe estar sustentado en una política externa que permita a la Argentina mantener vínculos con todos los países, aun con los del otro lado de la grieta global, de manera de diversificar el comercio y la cooperación internacional en todas las áreas posibles.
                                                                                                                                           *Doctor en Ciencias Políticas

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