Carlos Galán fue un sacerdote nacido en Nueve de Julio. De su madre de la familia Barry, hablaba con mucho amor. A su padre lo recordaba como un hombre muy recto.
Llegó a esta ciudad el 31 de mayo de 1.925. La primaria la curso en la Escuela N°1, Bernardino Rivadavia. La secundaria de entonces, la llevó a cabo en el Colegio Cavallari y completó Bachilerato en la Escuela Nacional de Pehuajó, por entonces colegio de prestigio en todo la zona.
Abandonó medicina, carrera que cursaba en la Universidad de Buenos Aires, para ordenarse sacerdote. Fue en 1947 cuando ingresó al Seminario Conciliar de Buenos Aires, donde cursó la formación filosófica y teológica.
Monseñor Carlos Galán fue secretario del Episcopado Argentino. Redactor de documentos muy importantes para la iglesia Católica. Previamente había estado en el Obispado de San Isidro, pasó por Goya, Corrientes y fue obispo auxiliar de Morón.
Fue arzobispo de La Plata entre los años 1991 y 2000. Impulsó la terminación de la Catedral platense. El edificio se asemeja a la Catedral de Colonia, Alemania, ciudad que visitaba cada vez que podría, cuando viajaba a Roma.
En oportunidad de cumplir sus 75 años, encontrándome en La Plata, le llamé por telófono para saludarlo. Me adelanta que estaba presentando su retiro, y ante mi asombro por ser un hombre sano inteligente y con capacidad para seguir gobernando la Arquidósesis, me contestó ‘a los 77 años estaré en la Etermidad’. Esa frase me sosprendió y le dije, si tiene un minuto paso a saludarlo.
Antes de la media hora, te de por medio, Monseñor Galán, sacerdote de frases directas, cortas y concretas, me explica que presiente que su vida en la tierra tenía un par de años más, y quería ser sepultado en La Plata.
Lo cierto es que en enero de 2003, a los 77 años, Monseñor Galán, dejó el mundo terrenal y su obra quedó impresa en la historia de la Iglesia Católica.
Cada vez, que los periodistas ‘Tito’ Garabal, Sergio Rubín (en esa epoca ambos en Claves para un mundo mejor), o Ignacio ‘Nacho’ López (La Nación), le pedían una entrevista, les respondía: después que le dé la nota a Gustavo Tinetti hablaré con ustedes. Era la manera galante de decir que no.
Lo cierto es que nunca me concedió un reportaje pero cierta vez, me sosprendió… Nos sorpendió. A los cuatro nos invitó a almorzar, y nos puso una condición. El encuentro sería sin grabadores, ni cámaras de fotos. Todo el será en off de record. Nos volvió a sosprender con los relatos narrados, en su rol de Secretario del Episcopado Argentino.
El tercer hecho que recuerdo, fue su descripción en oportunidad de un encuentro con Juan Pablo II, El papa invitó a varios prelados a almorzar en su departamento en el Vaticano. Todos quedaron sorprendido por lo sencillo del lugar y lo austero.
A 96 años de su natalicio, recordamos a al sacerdte nuevejuliense, cuyos restos se encuentran en la Catedral de la Plata, por disposición de monseñor Héctor Aguer.