En un cálido y ameno encuentro, Gloria Tapia en ‘Modo Historia’ el ciclo de los miercoles a las 9.30 en Despertate por Cadena Nueve, Visión Plus TV y Maxima 89.9ante se con tinuar con la evolucion de Dudignac desde el paso del tren, hizo un giro en la historia y recordó como se llegó a la Capilla de Dennehy que este sabado 22 cumplirá 100 años.
Gloria comienza recordando que en 1905, la capilla de Dennehy ya estaba proyectada como parte de un proyecto más grande impulsado por la empresa “La Nueva América de Martínez y Gutiérrez”, que planificaba el loteo y creación del pueblo. El terreno donde hoy se encuentra la iglesia estaba destinado para la construcción de un templo, junto con otros edificios de interés comunitario, como una escuela y una comisaría. Sin embargo, lo que inicialmente fue planeado con fines religiosos, pronto se vio sumido en la confusión.
“El proyecto no se llevó a cabo como se pensó”, explica Gloria. “La empresa donó tierras para el ferrocarril, pero también construyó edificios que luego fueron vendidos, ya que no hubo interés por parte de la curia y la municipalidad. Estos edificios fueron utilizados para otros fines, desde almacenes hasta caballerizas, y hasta un prostíbulo”
Este uso “no debido” de los edificios duró hasta 1922, cuando el inmueble fue adquirido por Teresa Poggi de Poggi y Carlos Bragio, quienes lo donaron a la comunidad. A partir de ahí, la historia de la capilla tomó un giro de esperanza. Sin embargo, la tarea de convertir el edificio en un lugar de culto fue ardua. En 1925, una comisión encabezada por Valentín Santa Rosa y otros miembros de la comunidad trabajó para restaurar el lugar y ponerlo en condiciones para recibir a los fieles.
La consagración oficial de la iglesia tuvo lugar el 22 de noviembre de 1925, un hecho que marcó un antes y un después en la vida religiosa de Dennehy. “A pesar de todos los avatares que pasó este edificio, la fe de la comunidad fue más fuerte, y hoy podemos ver una iglesia hermosa”, afirma Gloria.
A lo largo de los años, la capilla de Denneh no solo ha sido un símbolo religioso, sino también un emblema de resistencia y fe. “Es increíble pensar que este edificio, que tantas vicisitudes atravesó, finalmente fue consagrado como un santuario dedicado a la Virgen del Carmen. Es una historia de perseverancia y amor”, reflexionó Gloria.
El próximo domingo, la comunidad celebrará el centenario de la capilla, un evento que se espera con mucha emoción. Como destaca Gloria, “es un día para recordar lo que ha significado este lugar para el pueblo y para el partido. Ojalá que la comunidad continúe apoyando este patrimonio tan valioso.”
A lo largo de su relato, Gloria Tapia no solo ha reconstruido la historia de la capilla de Dennehy, sino también el vínculo profundo de la gente con su patrimonio, un legado que sigue vivo, a pesar de las adversidades del pasado.
Además, Gloria Tapia invitó reflexionar sobre un tema fundamental en la historia de nuestro país: la Soberanía Nacional, un concepto central que celebraremos este 20 de noviembre, aunque con una controversia de fechas debido a los cambios en los feriados por los puentes turísticos.
El Día de la Soberanía Nacional recuerda una batalla crucial para nuestra independencia como nación: la Vuelta de Obligado, ocurrida en 1845. Para contextualizar, la Profesora e Investigaora de Historia nos llevó a una época de tensiones y conflictos internacionales, cuando la Confederación Argentina estaba bajo el liderazgo de Juan Manuel de Rosas. Durante su segundo mandato, se implementó la Ley de Aduanas, que limitaba el libre comercio a través de los ríos interiores, afectando gravemente a los comerciantes extranjeros, en especial a los franceses y los ingleses, que operaban con impunidad en la región.
La situación llevó a un enfrentamiento que comenzó con tensiones con Francia, pero que rápidamente se internacionalizó, con Inglaterra uniéndose al conflicto, no solo por intereses comerciales sino también por su ambición de dominio territorial en América Latina. Tras varios combates, las fuerzas inglesas y francesas decidieron usar sus poderosos barcos de vapor para invadir la región del Río Paraná, enfrentándose con la escasa pero valiente resistencia argentina.
La Vuelta de Obligado fue un intento heroico de detener la invasión: el ejército argentino, bajo el comando Lucio Mansilla, instaló cadenas sobre el río Paraná y posicionó cañones en las orillas para bloquear el paso de las flotas extranjeras. Aunque las cadenas fueron rápidamente destruidas por el poderío de los barcos de vapor enemigos, y a pesar de la derrota argentina, la batalla se transformó en un símbolo de resistencia. Los invasores, a pesar de haber logrado pasar, no pudieron desembarcar sin ser atacados por el pueblo volcado a la vera del río, lo que demostró que, aunque la guerra parecía perdida, la lucha por la soberanía seguía viva en el corazón del pueblo.
Gloria Tapia explicó que este evento, a pesar de ser una derrota en términos militares, se convirtió en una victoria simbólica y política, porque demostró que la soberanía nacional no dependía de los intereses extranjeros, sino del pueblo argentino.
Por todo esto, el Día de la Soberanía Nacional tiene una profunda trascendencia, no solo para la historia argentina. La reflexión de Gloria Tapia nos invita a reconocer que la soberanía de una nación está basada en la voluntad de su pueblo, y no en los intereses de potencias extranjeras.
Sin embargo, en los tiempos actuales, este día no se celebra el 20 de noviembre, sino que se traslada al lunes 24 por la modalidad de feriados largos, lo que ha generado cierta confusión. La historiadora enfatizó que, aunque el feriado se haya movido para ajustarse a los puentes turísticos, lo que estamos celebrando es, en última instancia, la soberanía popular que se forjó en momentos como los de la Vuelta de Obligado.
Así, mientras muchos disfrutan del puente turístico, no debemos perder de vista el verdadero significado de este día, que es un recordatorio de la valentía de nuestro pueblo ante las adversidades y la lucha por la independencia frente a las grandes potencias del mundo.
Una historia de resistencia, valentía y autodeterminación que sigue siendo relevante hoy en día.
En otro orden, Gloria Tapia retomó el relato de la manera en que nació Dudignac, señalando que el paso del tren fue esencial.
La llegada de este medio de transporte en 1910, antes que el mismo pueblo, fue el motor fundamental para su fundación y desarrollo.
El ferrocarril Midland, de origen inglés, fue inaugurado en junio de 1911, un año después de haber llegado a la región. Este tren no solo cumplía la función de trasladar pasajeros, sino que también se convirtió en el principal medio para el transporte de cereal, especialmente trigo, que se producía en la zona. De hecho, el ferrocarril era clave para los agricultores, ya que les garantizaba una salida segura de sus productos hacia otros mercados, una ventaja estratégica en tiempos en los que las conexiones viales eran limitadas.
La llegada del Midland fue una bendición para los pobladores, que vieron en este tren la posibilidad de conectarse con otras regiones del país. Además, el tren no solo transportaba mercaderías, sino que también servía como canal para la educación agrícola. Ingenieros agrónomos viajaban a bordo, ofreciendo charlas y distribuyendo literatura educativa que enseñaba a los productores locales las mejores prácticas para el cultivo de trigo y otras cosechas.
Lo curioso de la historia de Dudignac es que el pueblo no fue fundado formalmente hasta que el ferrocarril llegó. La estación, inaugurada en 1911, fue el primer paso para la creación del pueblo, ya que, antes de su llegada, no había una población estable en el área. Ezequiel Dudignac, el dueño de la Estancia ‘La Avanzada’, fue muy importante en este proceso, ya que logró asegurarse de que el tren parara en el lugar y gestionó la venta de terrenos alrededor de la estación, lo que permitió la expansión de la población.
El Cierre del Ferrocarril: Un Golpe para la Comunidad
Sin embargo, a lo largo de las décadas, el ferrocarril comenzó a perder importancia y, en 1961, comenzó a enfrentar problemas económicos. La estación de Dudignac siguió operando hasta 1977, pero el cierre del ramal fue vivido como una tragedia por los habitantes del pueblo. Para muchos, el ferrocarril era sinónimo de progreso y conexión, y su desaparición dejó a Dudignac desconectado, con una estación deshabitada y una comunidad que tuvo que buscar nuevas formas de movilidad.
En ese momento, el acceso al pueblo era aún más complicado: el camino que conducía a Dudignac desde la ruta 5 era de tierra y serpenteaba por la localidad vecina de Norumbega. Fue recién más tarde, cuando se pavimentó el acceso desde la ruta 65, que la situación mejoró. Sin embargo, muchos seguían utilizando el antiguo acceso, ya que resultaba más corto y práctico para los productores rurales.
El Ferrocarril y su Impacto en la Cultura Local
El impacto del ferrocarril en Dudignac no solo fue económico, sino también cultural. Muchas personas viajaban regularmente a bordo del tren con destino a Carué, buscando las famosas “aguas milagrosas” de la laguna de esa localidad. Según relatos de la época, algunas personas que viajaban a Carué lo hacían con gran lujo, pero su salud se encontraba deteriorada, lo que generaba un contraste curioso entre la riqueza material y la necesidad de sanación. Esta tradición de viajar a Carué en busca de un remedio espiritual se convirtió en una parte entrañable de la historia local.
El Resurgir de Dudignac
A pesar de los altibajos, la comunidad de Dudignac ha mantenido su identidad y su espíritu de resistencia. En los últimos años, se ha experimentado un resurgir, impulsado por los mismos habitantes que no han dejado que su historia caiga en el olvido. El lugar donde se encontraba la estación de trenes, que durante años estuvo deshabitado, ha comenzado a tener nuevos usos. La estación fue cedida a la municipalidad, y el antiguo andén se convirtió en un aula más para la comunidad, mientras que los galpones de la estación han sido utilizados para diversas fiestas y eventos locales, como las tradicionales celebraciones del pueblo.
El recuerdo del ferrocarril y su conexión con la vida cotidiana sigue vivo en la memoria colectiva. Incluso se está llevando a cabo un proyecto impulsado por los alumnos de la comunidad para convertir esas tierras en un polo recreativo, con canchas deportivas y áreas de esparcimiento. El sueño de revivir el espíritu de crecimiento y unión que el ferrocarril representó en sus mejores tiempos sigue siendo un motor para la revitalización del pueblo.
La historia de Dudignac es un reflejo de cómo el progreso, simbolizado por el ferrocarril, y las dificultades, como el cierre de esa misma línea ferroviaria, han marcado el destino de muchas pequeñas localidades en Argentina. Sin embargo, lo que destaca es la capacidad de la comunidad para adaptarse y reinventarse, manteniendo vivas sus tradiciones y buscando siempre nuevas formas de avanzar. El pueblo sigue siendo un testimonio de la resistencia rural, donde el pasado se honra, pero el futuro también se construye con esfuerzo y unidad.


