Cada 10 de junio se conmemora en Argentina el Día de la Seguridad Vial.
Sin embargo, lejos de tratarse de una jornada meramente simbólica, la fecha obliga a mirar de frente una de las mayores tragedias silenciosas del país: en los últimos 25 años, 177.800 personas murieron en siniestros viales.
Millones más sufrieron lesiones, muchas de ellas discapacitantes, con consecuencias devastadoras también para sus familias, amigos y comunidades. A esto se suman las pérdidas materiales, que representan un costo enorme para el país.
En este contexto, Argentina asumió ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) un compromiso trascendental: reducir en un 50% la mortalidad vial durante la década 2021-2030. Pero ¿es posible alcanzar esa meta? Para responder, es necesario revisar las Metas de Acción propuestas dentro del enfoque internacional de Sistema Seguro, que plantea una visión integral: no se trata solo de cambiar comportamientos individuales, sino de asegurar que las rutas, calles, vehículos y usuarios sean verdaderamente seguros.
Una tragedia diaria
Hoy, mueren en promedio 16 personas por día en siniestros viales en Argentina. Es una cifra estremecedora y, lo que es peor, persistente. No se trata de hechos inevitables: las muertes viales pueden y deben prevenirse. Para ello, es imprescindible aplicar mediciones sistemáticas que permitan evaluar la situación real y el grado de cumplimiento de cada una de las metas establecidas.
El enfoque de Sistema Seguro no apunta únicamente a los conductores, peatones o ciclistas, sino también —y sobre todo— a los responsables de diseñar y gestionar el sistema de tránsito. Los gobiernos son los principales responsables, por acción u omisión, de estas muertes evitables. La planificación urbana, el control vehicular, la infraestructura, la fiscalización efectiva y la educación vial son todas políticas públicas esenciales para revertir esta crisis.
Corresponsabilidad en el espacio público
Aunque el Estado tiene un rol central, todos los usuarios de la vía pública tienen una doble responsabilidad: el derecho a transitar de forma segura y la obligación de cumplir las leyes. No se trata solo de evitar multas, sino de proteger la vida propia y la de los demás en un espacio compartido.
El Día de la Seguridad Vial debe dejar de ser una formalidad en el calendario. Tiene que convertirse en un llamado urgente a la acción, a la inversión en políticas públicas sostenidas, y a la toma de conciencia colectiva. Porque detrás de cada número, hay una historia interrumpida.
Agencia MTR