domingo, mayo 25, 2025
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Monseñor Ariel Torrado Mosconi: “Superar la grieta, construir la paz”

El obispo de Nueve de Julio lo hizo durante el Te Deum por el 25 de Mayo en la Catedral acompañado por la intendente María José Gentile y autoridades locales; recordó el legado del Papa Francisco y destacó el mensaje de paz del nuevo pontífice, León XIV, como inspiración para sanar divisiones y fortalecer la amistad social

En el marco del 215º aniversario de la Revolución de Mayo, la ciudad de Nueve de Julio vivió este domingo 25 de mayo una jornada cargada de significado, que conjugó la reflexión espiritual y la celebración popular. La conmemoración comenzó en horas de la mañana con el tradicional Te Deum en la Catedral “Santo Domingo de Guzmán”, presidido por el obispo diocesano Monseñor Ariel Torrado Mosconi, y con la participación de autoridades municipales, representantes de instituciones, fuerzas vivas, docentes, estudiantes y vecinos.

Entre los presentes se destacó la intendente municipal, María José Gentile, acompañada por miembros de su gabinete, concejales y autoridades del ámbito educativo. Bajo el lema “Nuestra esperanza de paz”, la ceremonia religiosa ofreció un momento de recogimiento y profunda reflexión sobre el presente del país y el legado espiritual de la Iglesia en el devenir histórico argentino.

Homenaje al Papa Francisco y mensaje de esperanza

Durante su homilía, Mons. Torrado Mosconi rindió un sentido homenaje al recientemente fallecido Papa Francisco, a quien describió como “ese gran argentino que llevó el timón de la barca de la Iglesia por más de una década”. Recordó su compromiso con los más pobres, su prédica sobre la cultura del encuentro y su llamado constante a superar la división social. “Su legado no es para el museo de los recuerdos sino para la responsabilidad cotidiana de hacerlos realidad”, afirmó.

El obispo agradeció también las muestras de afecto recibidas por parte de la comunidad nuevejuliense tras la muerte del Pontífice, y valoró su influencia como figura espiritual de alcance mundial. En paralelo, hizo mención al nuevo Papa, León XIV, de origen estadounidense y con vasta experiencia pastoral en Perú. Destacó de él su “firme y decidido compromiso por la paz”, visible desde sus primeras intervenciones públicas.

Un mensaje de paz que interpela

“La paz que propone el nuevo Papa es una paz humilde, desarmada y perseverante, que nace en el corazón de cada persona”, expresó el obispo, quien invitó a renunciar a la “guerra de las palabras y de las imágenes”, en referencia al uso del lenguaje en la vida pública y mediática. Reivindicó así la necesidad de una comunicación más empática y constructiva, como condición para el diálogo social.

En su reflexión, Mons. Torrado Mosconi subrayó el vínculo entre el mensaje cristiano y la construcción de una sociedad más justa y solidaria: “Francisco nos instaba a ponernos la Patria al hombro. Hoy más que nunca, necesitamos comprometernos con la cultura del encuentro como camino hacia la reconciliación nacional”.

Iglesia y Nación: una historia compartida

El obispo también trazó un puente entre la historia de la Iglesia y el proceso emancipador argentino, recordando que desde sus inicios “la fe estuvo al servicio del bien común y la construcción de una nación con valores”. En ese contexto, respondió a quienes cuestionan la relación entre el ámbito espiritual y las celebraciones patrias: “La fe no se encierra en los templos. La fe impulsa a luchar por la justicia, la solidaridad y el bien común”.

Para concluir, evocó una imagen que conmovió durante las exequias de Francisco: el diálogo entre los presidentes de Estados Unidos y Ucrania. “Esa imagen dice más que muchas palabras. Así deben ser nuestras comunidades: hogares del encuentro, donde se busque la paz”, remarcó.

Celebración popular con “Nuestras Raíces”

La conmemoración continuó por la tarde con un encuentro popular en el velódromo municipal, organizado por la Dirección de Cultura. Bajo el título “Nuestras Raíces”, el evento reunió a vecinos y familias en una jornada de música, danza, gastronomía criolla y exposiciones artesanales.

El público disfrutó de presentaciones de los grupos folklóricos Querencias de mi Pago y Bailarines del Alma, así como de una clase abierta de tango a cargo del profesor Pablo Pérez Quevedo. La música continuó con las interpretaciones de María del Carmen Martini, Denise y Rosa Castillo, y Nano Gutiérrez.

Además, participaron coleccionistas, emprendedores y artesanos locales, en una feria que celebró la identidad cultural de la región. Las cantinas criollas, a cargo de instituciones educativas y deportivas, ofrecieron platos típicos, mientras que la Asociación de Tejo brindó agua caliente y sillas para acompañar la jornada con mate y charla.

Una fecha para la memoria y el compromiso

La ciudad vivió así una conmemoración integral, que conjugó fe, historia, cultura y comunidad. En un tiempo de profundos desafíos sociales, el mensaje central del día resonó con fuerza en todos los ámbitos: la paz no es una utopía, sino una tarea urgente y compartida.

Mensaje textual del Obispo de Santo Domingo de Guzmán:

NUESTRA ESPERANZA DE PAZ

Homilía del obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio, Ariel Torrado Mosconi, en el aniversario de la Revolución de Mayo, Iglesia catedral, domingo 25 de mayo de 2025
(Ap 21, 1-5a; Sal 103; Mt 25,31-46)

Está muy presente en nosotros el recuerdo de todo los vivido con motivo de la partida de nuestro querido Papa Francisco y la elección al sumo pontificado de León XIV. Acontecimientos que han llamado la atención y tocado el corazón, no solamente de la comunidad eclesial católica sino del mundo entero y, por supuesto, de los nuevejulienses. En ese sentido deseo agradecer hoy las oraciones, los saludos y la participación tanto de las autoridades como de los fieles y vecinos en las celebraciones litúrgicas rogando por el eterno descanso del fallecido Pastor universal y la acción de gracias por quien le sucede en la Sede del Apóstol San Pedro.

Al dar gracias y rogar por nuestra nación argentina en un aniversario más de la gesta patriótica de mayo, no podemos dejar de recordar el legado de ese gran argentino que llevó el timón de la barca de la Iglesia por más de una década y, sin lugar a dudas, ejerció un liderazgo global comprometido con las causas más nobles y urgentes de la humanidad, especialmente en su defensa de los pobres y “descartados”, tal como solía decir. Llama la atención -y es un signo altamente positivo e indicio de madurez como sociedad- en la hora de su despedida de este mundo, se hayan diluido algunas incomprensiones y tensiones sobre algunos de sus gestos y opciones para con su pueblo argentino. Nos queda ahora valorar y aplicar su aporte a la sociedad global y, por eso mismo, a nuestra nación. Recordemos en este día a aquel cardenal Bergoglio, que en la predicación del Tedeum nos llamaba insistente y proféticamente a “ponernos la patria al hombro” y a procurar apasionadamente la “amistad social”, anticipándose y dando tanto la respuesta como señalando el remedio de esa verdadera tragedia argentina que es la confrontación permanente, que provoca y prolonga lo que dimos en llamar “la grieta”. Ya como Papa Francisco postuló la “cultura del encuentro”, mediante el diálogo, entre países, religiones, bloques geográficos e ideológicos para que la fraternidad humana fuese una realidad concreta y no una utopía declamada pero inalcanzable. Sus gestos, prédica y esfuerzos en favor de los pobres y migrantes, por una ecología integral que respetara la dignidad humana, el cuidado de la creación y el medio ambiente, así como el compromiso por la paz y, para nosotros católicos, la pasión por anunciar al mundo la alegría del Evangelio -fuente que sostiene la tarea cristiana por todo lo anterior- quedan como una herencia, no para el museo de los recuerdos sino para la responsabilidad cotidiana de hacerlos realidad.

Es comprensible que el advenimiento de un nuevo Pontífice despierte algo de curiosidad e inquietud tanto en la sociedad como en la comunidad eclesial: ¿quién es, de dónde viene y cuál es su trayectoria? ¿habrá continuidad o ruptura? La figura del otrora cardenal Roberto Francisco Prevost, estadounidense de nacimiento y peruano por adopción, doctor en derecho canónico, docente y formador, misionero y pastor de una diócesis de “tierra adentro”, con vasta experiencia de gobierno en ámbitos de la iglesia universal y conocedor de los cinco continentes con motivo de sus funciones, alcanzan para presentar su rica -aunque notablemente humilde-  persona y figura. Rescato y resalto de sus primeras alocuciones públicas el claro y determinado compromiso por la paz. En los pocos días que lleva su servicio pastoral universal, no ha dejado pasar oportunidad durante la cual no se haya referido a esta cuestión primordial y urgente.

Permítanme ahora citarles algunas de esas primeras manifestaciones. En su primer mensaje “urbi te orbi” -a la urbe romana y al orbe mundial- ya afirmó: “¡La paz esté con todos ustedes! Queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo resucitado, el Buen Pastor, que ha dado la vida por la grey de Dios. También yo quisiera que este saludo de paz entre en sus corazones, llegue a sus familias, a todas las personas, dondequiera que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con ustedes! Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante. Proviene de Dios, Dios que nos ama a todos incondicionalmente”

En el encuentro con los periodistas y comunicadores a pocos días de la elección: “En el “Sermón de la montaña” Jesús proclamó: «Felices los que trabajan por la paz» (Mt 5,9). Se trata de una bienaventuranza que nos desafía a todos y que nos toca de cerca, llamando a cada uno a comprometerse en la realización de un tipo de comunicación diferente, que no busca el consenso a cualquier coste, no se reviste de palabras agresivas, no asume el modelo de la competición, no separa nunca la investigación de la verdad del amor con el que humildemente debemos buscarla. La paz comienza por cada uno de nosotros, por el modo en el que miramos a los demás, escuchamos a los demás, hablamos de los demás; y, en este sentido, el modo en que comunicamos tiene una importancia fundamental; debemos decir “no” a la guerra de las palabras y de las imágenes, debemos rechazar el paradigma de la guerra”.

Al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede: “En nuestro diálogo, quisiera que predominase siempre el sentido de ser familia —la comunidad diplomática representa, en efecto, la entera familia de los pueblos—, que comparte las alegrías y los dolores de la vida junto con los valores humanos y espirituales que la animan. La diplomacia pontificia es, de hecho, una expresión de la misma catolicidad de la Iglesia y, en su acción diplomática, la Santa Sede está animada por una urgencia pastoral que la impulsa no a buscar privilegios sino a intensificar su misión evangélica al servicio de la humanidad. Ésta combate la indiferencia y apela continuamente a las conciencias, como ha hecho incansablemente mi venerado Predecesor, siempre atento al clamor de los pobres, los necesitados y los marginados, como también a los desafíos que caracterizan nuestro tiempo, desde la protección de la creación hasta la inteligencia artificial”.

En la misa del comienzo de su ministerio petrino: “Hermanos, hermanas, ¡esta es la hora del amor! La caridad de Dios, que nos hace hermanos entre nosotros, es el corazón del Evangelio. Con mi predecesor León XIII, hoy podemos preguntarnos: si esta caridad prevaleciera en el mundo, «¿no acabaría por extinguirse prontamente toda lucha allí donde ella entrara en vigor en la sociedad civil?»”.

¿Qué relación tiene el papado con nuestra fiesta patria? ¿Es pertinente en nuestro marco republicano una reflexión de este tipo o es pertinente sólo en el ámbito intra-eclesiástico? Nuestra historia patria atestigua y enseña que, ya desde sus orígenes, los miembros de la Iglesia, aun reconociendo sombras, contribuyeron sapiente y abnegadamente al bien común de la nación. Un argentino ocupó la Sede de Pedro y, su servicio y liderazgo, fueron apreciados y agradecidos por el mundo. Un nuevo pontífice nos invita hoy a mirar el futuro con esperanza, dirigiendo y concentrando nuestros esfuerzos en la gran obra de la paz. Nuestra esperanza de paz, se hace concreta en la oración y el trabajo por conseguirla. Tal es la contribución de la comunidad cristiana toda y de cada creyente católico en particular en esta hora de la humanidad. Una imagen da cuenta -más que las palabras- de este deseo, propósito y responsabilidad con el bien común. El día de las exequias del Papa argentino, dos líderes mundiales -los presidentes Zelensky de Ucrania y Trump de Estados Unidos, quienes no profesan la fe católica – dialogaron cara a cara bajo las centenarias bóvedas de la basílica de San Pedro de Roma. Esta imagen evoca y dice cuanto y como son nuestras comunidades cristianas: hogar del encuentro con Dios y de los hombres entre sí buscando la paz. ¡Somos esto, queremos serlo cada vez más y es cuanto tenemos para ofrecer con humildad, determinación y generosidad!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

para tedeum 25 mayo 25 completado

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