“Hace mucho que no veíamos un mayo así, con estos registros de lluvia y sin heladas”, expresó Hugo Enríquez al inicio de una entrevista que dejó definiciones fuertes y un diagnóstico tan claro como preocupante. Las lluvias constantes, los caminos deteriorados, la siembra de trigo comprometida y una infraestructura que no está a la altura de las necesidades productivas formaron parte del análisis de un dirigente que pidió “repensar un cambio profundo, tanto a nivel local como provincial y nacional”.
“Esto te recuerda años de inundaciones”, dijo, aludiendo al estado de anegamiento que afecta al distrito y subrayó la falta de respuestas estructurales: “Cíclicamente volvemos a hablar de caminos, canales, cursos de agua. Los municipios no pueden solos. Hace falta un rediseño desde el Estado.”
Infraestructura: entre el desarraigo y la pérdida económica
Enríquez fue tajante al describir las consecuencias de esta coyuntura hídrica: “Hay pérdida de producción y hay desarraigo. El que no puede transitar o trabajar su campo termina yéndose a la ciudad. Y eso es un golpe para todos: menos producción, menos ingreso y más presión sobre los centros urbanos.”
Alertó también sobre la dificultad que plantea este panorama para la campaña de trigo: “Muchos lotes están saturados de agua y no se puede llegar por los caminos. Aunque el productor empuja siempre, este año se va a sembrar menos.”
Desconexión entre lo público y lo privado
Uno de los ejes más insistentes en la entrevista fue el desacople entre el dinamismo del sector privado y la rigidez del aparato estatal. Enríquez planteó: “La producción sigue empujando, pero los gobiernos se han quedado en modelos viejos. No hay eficiencia ni planificación, y eso se nota cada vez más.”
También subrayó la necesidad de mejorar la gestión pública con equipos técnicos capacitados: “Argentina necesita 3.000 técnicos estratégicos para cambiar en serio. La falta de conocimiento técnico y planificación es alarmante.”
El rol de la política: del desencanto a la reconstrucción
Consultado por la grieta política y el clima social, el dirigente remarcó que la falta de acuerdos está agravando los problemas de fondo: “No podemos seguir en la pelea por el poder mientras se olvida a la gente. Hay que consensuar, construir, aflojar posiciones. Si seguimos así, terminamos en la anarquía.”
A propósito del mensaje del obispo durante el Tedeum del 25 de Mayo, Enríquez coincidió: “Construir la paz desde la palabra no es solo un gesto espiritual, es una necesidad social. Si no bajamos la violencia en el discurso y en los hechos, no salimos adelante.”
Cuencas, canales y caminos: el drama del agua sin control
Uno de los puntos neurálgicos fue la cuestión hídrica. Enríquez apoyó la conformación del Comité de Cuenca promovido por la intendente María José Gentile y fue claro: “El agua no conoce límites políticos. La solución tiene que ser técnica, regional y gestionada por hidráulica. Si no se maneja a nivel de cuenca, no hay salida.”
También se refirió a los canales clandestinos y la falta de controles efectivos: “Podemos denunciar, pero si la autoridad del agua no actúa, no se puede frenar el daño. Hay que sentarse con todos los distritos y acordar una solución integral.”
Retenciones y reforma tributaria: “Estamos trabajando para la corona”
En relación con el debate nacional sobre las retenciones, Enríquez fue tajante: “Tienen que desaparecer. No podés decir que sos libertario y seguir sacándole al productor. El que trabaja el campo sigue aportando sin recibir nada.”
Apuntó también a la necesidad de que los fondos recaudados se reinviertan en infraestructura: “Ese dinero tiene que volver al territorio. No puede seguir yéndose a otros centros o a pagar deuda. Si no invertimos en caminos, el campo no aguanta más.”
Conclusión: apostar al diálogo y a la vía institucional
Pese a la dureza de su diagnóstico, Enríquez dejó claro que la Sociedad Rural seguirá apostando al diálogo: “Queremos ser parte de la solución. Abrimos las puertas al municipio, fuimos a ver modelos que funcionan. El problema es cuando todo queda en un gesto y no se transforma en política pública.”
Finalizó con un mensaje claro: “No se trata de romper ni dividir. Se trata de construir desde la palabra, con todos los actores. La grieta no puede ser más grande que el país.”