En una entrevista en la mañana de este martes, en ‘Despertate’, programa radial líder de Cadena Nueve y Máxima 89.9, Hugo Enríquez, presidente de la Sociedad Rural de Nueve de Julio, compartió su visión sobre los desafíos y logros del sector rural en el contexto de las actuales emergencias climáticas y la situación socioeconómica de la región.
En este contexto, destacó el esfuerzo colectivo que involucra a productores, empleados rurales y sus familias, quienes siguen trabajando de manera unificada para mantener a flote la producción agropecuaria.
El Día del Ruralista: reconocimiento a la producción Nacional
Enríquez aprovechó la ocasión para recordar la importancia del Día del Ruralista, instituido por la Confederaciones Rurales Argentina en 1989 para reconocer el trabajo del sector rural. “Este día resalta la labor de todos aquellos que forman parte de la actividad rural, desde los productores hasta los empleados rurales, quienes contribuyen al engrandecimiento de la nación”, expresó. Aunque destacó que el panorama ha cambiado, con muchos productores adoptando un perfil más empresarial, resaltó que la familia rural sigue siendo un pilar fundamental de la producción.
Este reconocimiento cobra aún más relevancia en tiempos de emergencia, como la que atraviesa el partido de Nueve de Julio, donde los problemas de infraestructura y las constantes lluvias han afectado gravemente los caminos rurales, destacó Enríquez.
La emergencia climática y sus efectos en la producción
El cambio climático ha dejado una huella profunda en el campo argentino. Enríquez detalló las recientes lluvias que han afectado a gran parte del partido de Nueve de Julio, especialmente al sur y oeste del distrito. “Estamos viendo un porcentaje importante de hectáreas anegadas, entre un 10% y un 15% de las tierras, lo que está generando un impacto económico y logístico considerable”, explicó.
La situación empeora debido a la falta de planificación y mantenimiento de los caminos rurales. “El gobierno local no cuenta con las maquinarias suficientes para enfrentar estos desafíos. Si bien están haciendo esfuerzos para mantener los caminos principales transitables, la realidad es que los caminos secundarios están cada vez más deteriorados”, añadió. Esto afecta no solo a los productores, sino a los habitantes de los pueblos rurales que dependen de estos caminos para acceder a servicios básicos como la educación y la salud.
Además, las inundaciones han obligado a muchos productores a mover su ganado a zonas más altas, acelerando la salida de animales destinados a la invernada, lo que podría afectar a largo plazo la cadena de producción de carne y otros productos.
La Cosecha y los Desafíos Logísticos
Uno de los principales desafíos es la cosecha, que está comenzando a moverse a pesar de las dificultades. “Ya comenzó la cosecha de girasol, aunque no es un volumen tan grande para la región. Sin embargo, la cosecha de maíz está en marcha y, como siempre, los caminos van a ser un cuello de botella”, advirtió Enríquez. A medida que avance la cosecha, los caminos se verán más congestionados, y la falta de infraestructura podría agravar aún más la situación.
La producción de soja y maíz también ha sido afectada por las lluvias. En particular, el maíz de segunda sufrió las consecuencias de la falta de agua en enero, lo que podría traducirse en un rendimiento inferior al esperado. No obstante, Enríquez aseguró que la cosecha de soja será significativa, y aunque la pérdida de superficie de cultivo podría rondar entre el 10% y el 15%, los buenos rendimientos podrían compensar parcialmente esta pérdida.
La Falta de Infraestructura y la Realidad de los Productores
A lo largo de la conversación, Enríquez remarcó la necesidad urgente de mejorar la infraestructura rural, especialmente los caminos, para garantizar que la producción pueda ser evacuada sin mayores inconvenientes. En cuanto a la maquinaria, destacó que los recursos del municipio no son suficientes para cubrir todas las necesidades, lo que afecta directamente la eficiencia de la respuesta ante emergencias como la actual.
En cuanto a los productores rurales, Enríquez indicó que muchas familias están cada vez más “acorraladas” por las dificultades que enfrentan en su trabajo diario. Las condiciones de los caminos, la falta de recursos y la presión económica están llevando a muchos a reconsiderar su futuro en el campo. “Es una situación compleja y, lamentablemente, el panorama no parece mejorar si no se toman decisiones urgentes”, señaló.
Propuestas para el Futuro y el Desafío del Gobierno
En medio de la crisis, Enríquez también abordó la cuestión de las políticas gubernamentales. Uno de los temas candentes es el futuro de las retenciones a las exportaciones, que, según se especula, podrían continuar después de junio. “Las retenciones son un tema debatido, y hay presiones de todos los lados. Algunos creen que se mantendrán, mientras que otros piensan que podrían eliminarse. Será interesante ver qué pasa a partir de julio”, comentó.
Por otro lado, se habló sobre la reciente decisión del gobierno de permitir el paso de carne con hueso de la zona pampeana hacia el sur, una medida controversial que podría generar tensiones en los productores de la Patagonia, donde los costos de producción son más elevados. “Producir carne en la Patagonia es mucho más costoso que en la Pampa Húmeda. Esto podría generar un problema de competitividad”, explicó Enríquez.
En su cierre, Hugo Enríquez hizo un llamado a la reflexión sobre el futuro de la ruralidad en Argentina. “Hoy más que nunca, necesitamos una planificación a largo plazo. Las emergencias climáticas, las dificultades logísticas y la falta de recursos son solo algunas de las amenazas que enfrentamos. Pero lo más importante es que seguimos trabajando juntos, en comunidad, para superar estos desafíos”, concluyó.
El panorama para el sector rural argentino es incierto, pero la resiliencia de los productores y las familias rurales sigue siendo un pilar clave para el futuro de la agroindustria del país. Sin embargo, es esencial que se tomen medidas estructurales y políticas públicas eficaces para garantizar la sostenibilidad de la producción y la vida en las zonas rurales.
