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De la promesa de cambio al retorno de la vieja política: el desencanto en la Cuarta Sección Electoral

Aunque llegaron al poder prometiendo barrer con las prácticas de la vieja política, hoy repiten los mismos vicios y en la Cuarta Sección Electoral, la ilusión del cambio empieza a desmoronarse

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Por estos días, los vecinos de la Cuarta Sección Electoral —compuesta por 19 distritos del interior bonaerense— vuelven a experimentar una sensación que creían haber dejado atrás: el desengaño con la política. El motivo no es nuevo, pero duele más cuando proviene de quienes prometieron otra forma de hacer las cosas.

El malestar crece ante la presencia de candidatos a Senadores que no tienen arraigo territorial, que ni siquiera conocen las localidades que aspiran a representar. Muchos de ellos ni viven en la zona ni han tenido un vínculo concreto con las comunidades de la Sección, pero eso no les impide encabezar listas. Amparados por una legislación provincial laxa —que apenas exige haber nacido en la provincia o tener domicilio en ella—, aparecen postulaciones desconectadas del territorio y sus necesidades reales.

Lo más preocupante no es la desprolijidad, sino la contradicción. La fuerza política que hoy encabeza estas prácticas llegó al poder con un discurso fundado en el rechazo a la vieja política. Criticó con dureza las listas armadas por conveniencia, los acuerdos entre cúpulas y la falta de representación genuina. Prometió erradicar los comportamientos oportunistas y construir una dirigencia cercana a la gente, con la fuerza de la libertad que avanzaba. Pero los hechos, como suele pasar, terminan diciendo lo contrario.

Lo que antes se condenaba, hoy se reproduce. Los jóvenes militantes que se ilusionaron con una renovación profunda hoy se sienten traicionados. Fueron marginados del armado electoral pese a tener méritos, compromiso y conocimiento del territorio. No hubo lugar para quienes querían representar a sus vecinos desde el trabajo cotidiano y el arraigo. La lógica que primó fue otra: asegurar bancas, sin importar el vínculo real con la comunidad.

Esto no es solo una cuestión ética o simbólica. Es una decisión que tiene consecuencias concretas. Si quienes legislan o gestionan no conocen las necesidades básicas de los distritos que dicen representar —infraestructura, conectividad, salud, educación—, ¿cómo podrían defender sus intereses? ¿Qué capacidad real tendrán para priorizar obras o discutir políticas públicas con conocimiento de causa?

La Cuarta Sección Electoral – como la división territorial de todas – fue concebida justamente para garantizar representación territorial. No como una formalidad, sino como un principio protector: que cada distrito tenga voz propia a través de personas que lo conocen, lo caminan y lo sienten como propio. Forzar candidaturas ajenas a ese espíritu desnaturaliza esa intención. Es una burla a la democracia representativa.

Por eso, no se trata de nombres, sino de coherencia. La política no puede reducirse al marketing o a las redes sociales. Tampoco puede seguir operando desde la lógica del atajo o del acomodo. Lo que está en juego es la confianza ciudadana, ya bastante erosionada. Y muchos hoy advierten que no habrá segundas oportunidades para quienes, habiendo prometido cambiar las reglas del juego, terminaron jugando con las mismas cartas marcadas de siempre.

Timbre para La Libertad Avanza en la lista de Senadores.

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